Snape había estado muy silencioso durante las últimas lecciones. No de una forma irrespetuosa, sino más reflexivo de lo que acostumbraba a estar. Severus, como Harry había empezado a llamarlo en su mente, se comportaba tan educadamente como era posible en él, lo que era mucho para una persona cuya reputación de descortesía solo era superada por su reputación de crueldad.
Había algo que le preocupaba y Harry no sabía qué era. Y no le gustaba no saberlo.
Las clases de Oclumancia, aunque no eran pan comido, se estaban volviendo cada vez más fáciles. Los reflejos de Harry eran tan rápidos que Snape solo podía quebrar sus defensas aproximadamente una cuarta parte del tiempo, y solo después de golpearlas sin piedad. También se estaba volviendo más fácil para Harry conocer el estado de ánimo de Snape.
—¿Sucede algo, señor? —preguntó Harry una noche mientras repasaban sus respectivos textos. Era difícil mantener el entusiasmo por una tarea tan ingrata; no estaban más cerca de hallar una cura de lo que lo habían estado dos meses atrás, pero era obvio que Snape no podía darse por vencido y Harry no quería hacerlo. Tenían que encontrar algo. El fracaso, que provocaría la muerte de Snape o su conversión definitiva, no era una opción.
—Estoy bien, Potter —respondió Snape en tono apagado. Lanzó una mirada taciturna al pergamino en el que había estado escribiendo durante los últimos tres cuartos de hora, hizo una mueca de disgusto y le prendió fuego con un hábil movimiento de dedos.
—¿Está seguro? —repitió Harry mientras se dirigía hacia el escritorio donde Snape miraba abatido las cenizas del pergamino destruido. Los labios de Snape se movieron sin emitir sonido y las cenizas se sacudieron, hasta que finalmente desaparecieron.
Snape suspiró profundamente
—¿Qué está haciendo, Potter? —preguntó, sacudiendo la cabeza de lado a lado, aliviando la tensión de sus hombros.
—Le estoy haciendo una pregunta —respondió Harry con tono casual— Se llama conversación.
Snape finalmente lo miró.
—¿Está aburrido?
Harry negó con la cabeza y se sentó en el borde del escritorio.
—Lamento no haber sido de mucha ayuda. Creía que a estas alturas ya habríamos encontrado alguna solución, pero...
—Pero —continuó Snape lo que el joven había dejado inacabado—, el tiempo se agota. Soy perfectamente consciente del tiempo que queda.
—Nos quedan más de seis meses.
—Aunque fueran seis años; no tiene importancia si no puedo encontrar nada que sirva de ayuda. ¡Todo lo que encuentro siempre vuelve al mismo poema!
La voz suave de Harry recitó:
—A la una, el recipiente lo contiene; a las dos, el recipiente se afila; a las tres, es un anhelo; a las cuatro, es una necesidad; a las cinco, los sentidos se despiertan; a las seis, las pasiones estallan; a las siete, y siete, y siete, el recipiente debe verterse o será condenado.
Los ojos de Snape se abrieron con sorpresa y Harry se sonrojó.
>>Pensé que sería útil memorizarlo, por si en algún momento me encontrara con algo que pudiera ayudar.
—Estoy impresionado, señor Potter —dijo Snape con asombro.
—No soy un completo idiota —rio Harry levemente, mientras se frotaba despacio la nuca.
—Nunca dije que lo fueras —replicó Snape. Harry arqueó una ceja y fue recompensado con un bufido—. Bueno, últimamente no, al menos.
Una vez más, esa mirada apareció entre ellos; la que llenaba a Snape de inquietud y melancolía, y la que Harry comenzaba a ansiar.
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Aqua Fresca
RomanceHarry ve a Severus sufriendo una maldición inusual. Ambos se esfuerzan por llegar a un acuerdo debido a la nueva intimidad que surge entre ellos como consecuencia de la visión. SNARRY Traducción autorizada de la historia de Perfica.