Capítulo 6

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El sutil golpe en la puerta sacó a Dumbledore de sus pensamientos.

—Adelante —dijo, ocultando algunos pergaminos.

Snape entró en la habitación, con más cautela de lo habitual.

>>¿Severus? ¿Pasa algo?

Snape miró a Dumbledore, con una mueca torciendo sus labios

—Sí, Albus. Creo que puedo afirmar con certeza que pasa algo.

Sin esperar una invitación, Snape se dejó caer pesadamente en una silla y miró los retratos situados sobre la cabeza de Dumbledore. La mayoría de los ocupantes estaban durmiendo, aunque pudo ver que uno o dos tenían los ojos entreabiertos.

Sacudió levemente la cabeza y se centró. Dumbledore ya había preparado té para los dos y, con un leve alzamiento de ceja, le mostró a Snape una botella de Whisky envejecido de Ogden. El profesor sonrió con ironía y asintió.

Una vez que el whisky de fuego pasó del interior de la botella a la taza, y de ésta a su estómago, Snape se sintió más relajado. Aunque no creía que el director lo fuera a reprender por sus actos, sentía la cantidad justa de culpa para pensar que al menos el hombre le dirigiría algunas palabras duras. Demonios, lo necesitaba.

—No te había visto aquí tan tarde en mucho tiempo—, dijo Dumbledore en voz baja, disfrutando de su propia bebida caliente.

Snape agarró su taza, sintiendo como el calor quemaba sus palmas. ¿Por dónde empezar?

—No es que quiera meterte prisa, querido muchacho, pero supongo que estás aquí por una razón, y posponer el asunto no facilitará las cosas —dijo Dumbledore.

—Albus, yo... — Snape se detuvo y maldijo en voz baja, deseando poder mostrárselo al hombre directamente y terminar con eso.

—¿Se trata de la maldición?

—Ojalá —resopló Snape con pesar—. Bueno, sí, es sobre ella, en cierta forma. El hecho es que he hecho algo que me avergüenza admitir y no sé cómo te lo vas a tomar.

—Vamos, Severus, ya dejamos atrás aquellos tiempos en los que debías de temer hablar conmigo. Seguramente no creerás...

—No es eso. Estoy bastante seguro de que serás muy agradable y comprensivo con toda la situación, pero no es eso lo que necesito. Necesito que estés enfadado, disgustado y.... avergonzado.

—¿Porque no puedes sentir todo eso tú mismo?* —Dumbledore parpadeó.

—Odio cuando haces eso —dijo Snape malhumorado—. Vamos, golpéame de nuevo.

Dumbledore llenó la taza vacía de Snape hasta arriba con whisky de fuego.

—Si te emborracho, ¿te resultará más fácil decírmelo?

—No lo sé, pero puede que tengas suerte —bromeó Snape.

—Severus, mi chico, sabes si mis inclinaciones fueran distintas...

—Habrías intentado tener algo conmigo hace años y yo te habría rechazado. Viejo lujurioso y cachondo.

La sonrisa de Dumbledore se amplió aún más, mostrando los dientes.

—A las damas no parece importarles.

Snape resopló y bebió un trago largo de su bebida.

—Bueno. Cállate, esto es importante.

—Vaya, vaya. Sí que debe ser algo importante para que estés tan enfadado —bromeó Dumbledore.

Snape le lanzó una mirada llena de odio.

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