El reloj de pared situado sobre la hornilla repicó. Eran las doce menos cuarto y, al igual que el año anterior, Harry se encontraba sentado completamente solo en la cocina del número 12 de Grimmauld Place.
Observaba cómo la cera caliente descendía por el candelabro, y la tocó con un dedo para que el dolor de la quemadura lo mantuviera despierto.
Estaba a punto de cumplir los diecinueve años.
Rememoró todos los acontecimientos ocurridos el año anterior. Ya casi habían pasado dos años desde que Sirius se había marchado, y el dolor agudo que se había instaurado en su pecho tras su muerte aún seguía ahí. Se preguntó qué habría opinado su padrino de las acciones que había realizado desde entonces.
Probablemente me hubiera maldecido, pensó Harry con una pequeña sonrisa.
Lupin se había curado de todas sus heridas y pasaba casi todo el tiempo fuera. Su trabajo contra el Señor Oscuro era ahora más importante que nunca. Tanto él como el resto de miembros de la Orden continuban con su guerra de guerrillas, obteniendo pequeñas victorias en el camino, pero sin poder avanzar demasiado rápido debido a la constante amenaza de los mortífagos.
Hermione y Ron mostraban tanto empeño en su misión como Lupin. Habían jurado estar al lado de Harry en cada paso, y su actitud protectora rayaba la locura, pero el ojiverde lo aceptaba porque sabía que sus intenciones eran buenas. Era consciente de que ellos solo querían lo mejor para él y, honestamente, los necesitaba para salir del atolladero emocional en el que se estancaba algunas ocasiones.
Suspiró; a veces seguía creyendo que no merecía amigos como Ron y Hermione, aunque comprendía que ese sentimiento era solo otra señal de que los Dursley le habían dejado cicatrices en más de un sentido.
Harry sabía que su momento estaba cerca. El día menos pensado, Voldemort pondría en marcha su jugada final; el ojiverde podía sentirlo en sus huesos, aunque esperaba tener al menos un año más de relativa paz para continuar preparándose. Quería llegar a la batalla final con los ojos bien abiertos y seguro de sí mismo. Necesitaba estar listo.
Hasta donde Harry sabía, ya no había más profecías ocultas ni el director le estaba escondiendo ningún otro tipo de información. En los últimos meses, él y Dumbledore habían logrado establecer una alianza algo incómoda; aún quedaban asuntos por resolver, y ninguno podría olvidar fácilmente las duras palabras que habían intercambiado, pero al menos Harry sabía que el anciano confiaba en él ahora, y no solo como "La Esperanza del Mundo Mágico", sino como un camarada, un hombre al que podía tener en cuenta.
Y había una persona que siempre estaba rondando su cabeza. Harry deseaba poder olvidar los eventos que sucedieron aquella terrible noche seis meses atrás, pero los recuerdos no cesaban de atormentarlo.
Revivió la última noche que pasaron juntos antes de que todo se volviera caos y sufrimiento; rememoró los colmillos de Snape hundiéndose profundamente en su piel, las suaves caricias y los dulces besos, que acabaron convirtiéndose en confusión y terror.
Recordó el sentimiento de impotencia y la angustia que lo embargó cuando se dio cuenta de que el tiempo de Snape se estaba agotando.
La garganta de Harry se contrajo al acordarse de aquel último beso torpe que compartieron, antes de que el ojinegro dijera "yo también te amo" y lo echara del lugar.
Recordó el pánico que había sentido anclado en su pecho mientras soñaba con el Wizengamot, siendo consciente de que lo necesitaban en otro lugar.
Revivió una vez más cómo se había aferrado de forma ciega a la solución que se le había pasado por la cabeza, y, sin darse cuenta, sus labios comenzaron a moverse, repitiendo la súplica que había lanzado varias veces aquella noche: "Aguanta. Ya falta poco. No te rindas".
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Aqua Fresca
Storie d'amoreHarry ve a Severus sufriendo una maldición inusual. Ambos se esfuerzan por llegar a un acuerdo debido a la nueva intimidad que surge entre ellos como consecuencia de la visión. SNARRY Traducción autorizada de la historia de Perfica.