Algunas leyendas pueden ser verdaderas y otras no, el mundo las ve de formas distintas, pero este relato es protagonizado por un chico que fue llamado por el bosque mismo, una invitación a adentrarse en este, que cordialmente acepto, el viento soplo...
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Un rico olor, su olfato ahora una bendición en su vida, miles de olores a sentido, pero el era único, obviamente todo era único, y el lo tenía presente, porque su vida le hizo conocer muchas cosas, y una de las que aprendió fue que cada cosa tiene un porque, cada cosa es solo una, porque no todo es igual, y el olor del castaño del que no sabía su nombre era delicioso, su olor se acercaba a la vainilla, al mismo tiempo al pan recién salido del horno y olor a libros viejos, esos olores se mezclaban en una extraña combinación, una combinación exquisita, porque a pesar de ser una mezcla extravagante, era de linda armonía, sin embargo el olor salado de sus lágrimas y de su tristeza también se hacía presente en su aroma, estaba agradecido por los buenos tratos que el chico le había dedicado, los únicos recuerdos que tenía con los humanos, solo eran intentos de cacería hacía el, o de gente aterrorizada en estado de pánico, y tratando de huir de su presencia, también los niños que inocentemente se acercaban tratando de acariciarlo, como si fuera un perro, y este humano no había tratado de matarlo, simplemente se acercó como si fuera un niño preocupado por su mascota, no sabe porque lo ayudo cuando ese cazador trato de matar al castaño de nombre desconocido, pero no sé arrepentía, además simplemente no pudo evitarlo, se veía tan indefenso e inosente, y lo comprendía, ese miedo a la muerte que se hace presente cuando un imbécil te apunta con su arma en un intento por acabar contigo, había pasado por esa situación varias veces, pensó que había saldado su deuda cuando lo salvó de ser asesinado y al llevarlo de regreso al pueblo, pero había parecido una vez más para ayudarlo con su herida, ¿Porque este humano lo ayudaba? No lo sabe, pero está feliz de que alguien, por primera vez, lo haiga ayudado, no había palabras para describir su aprecio hacía el castaño, sus acciones ganaron su confianza, por eso, ahora cada vez que lo veía, aunque solo fueran dos o tres veces, trataba de controlar sus ganas de lanzarse sobre el, y mover la cola como un perro, sin embargo, cuando lo vio llorar, no pudo evitar querer abrazarlo, o tal vez consolarlo, calmar su tristeza, sus ojos vestidos de cascadas lo alarmaron, tenía ganas de preguntar ¿Porque lloras? ¿Estás bien? ¿Te sucedió algo?, pero no quería, ¿Cómo hablar con un humano?, Claro que puede simplemente no sabe cómo hacerlo, lo único que se le ocurrió para calmarlo fue lamer su rostro y acostarse sobre el, tratando "según el" de darle consuelo, dejo de llorar, bajo su regazo, estuvo sobre el hasta que el desconocido se durmió, y debajo de su pelaje parecía un tierno e inocente cachorro al que debe proteger.
Ahora que lo recuerda, debería estar patrullando el bosque, y no acostado con un humano, después de todo si trabajo es proteger, aunque en verdad quiere un descanso, tal vez si por una sola vez en su vida rompe las reglas, a estado trabajando sin descanso, además si se va, el humano podría perderse, o caer en una sanja, incluso que un lobo de alguna manada lo ataque, tal vez podría comer una fruta venenosa y morir, lo mejor era quedarse a cuidar al castaño hasta que despierte, por supuesto que no estaba usando la presencia del castaño para tomar un descanso, el sería incapaz de eso, solo debía cuidarlo hasta que despierte, se quedará ahí con el, incluso si despierta al siguiente día.