Fue después de largos minutos que parecieron convertirse en horas, por fin pudieron levantar a Rangiku, Grimillow y Neliell para llevarla a su habitación, Ulquiorra estaba extremadamente frío, sólo nos miró por el rabillo del ojo, apenas se acercó, olía a sangre y pólvora, quizá por eso no quería estar demasiado cerca de nosotras.
- Anda vamos a descansar... - me dijo con voz apenas audible
- Sí mi señor... - le dije algo preocupada
- Deja que me de un baño y duerma un poco, además estoy sucio y podría enfermar a la niña... - me dijo con un tono un poco más alto
- Sí mi señor... - le dije entre lágrimas
El ojiverde no dijo una palabra más, solo caminaba pesadamente junto a nosotras, la maleta con su ropa seguía intacta en la habitación, fue directo al baño, sonaba el ruido del agua al caer, yo aún sollozaba por lo ocurrido, quizá no conocí mucho al joven Kira, pero eso no significa que no me diera tristeza lo que había pasado, me senté en la cama con la bebé quien lloraba, la empecé a amamantar, después de un rato se quedó dormida en mis brazos, entonces salió mi marido de la ducha, apenas con una toalla, lucía su escultural cuerpo y aunque ya lo había visto muchas veces siempre me avergonzaba.
Su semblante estaba un poco más relajado, camino hasta dónde estaba y tomó asiento junto a mí, sujetó mi mano, suspiro profundamente.
- Tengo órdenes de reportarme en el Distrito Federal junto a Grimillow para entregar las negociaciones del quebranto del tratado Guadalupe - Hidalgo, después podemos volver a Alemania... solo quiero ir a casa... - dijo pensativo el pelinegro
Lo abracé apenas del cuello para no lastimar a Anastasia, lloraba, pase saliva, temblaba y me saltaba el corazón.
- Yo también, solo quiero volver a nuestro hogar... - le comenté
Me respondió el abrazo, no dijo más, solo se quedó un momento así, mientras que a mí pareció inundarme la tristeza, solo seguí llorando, después de eso, respiré profundo para poner a la niña en su cuna, Ulquiorra se empezó a vestir, aún no era de noche, parecía que el día se había puesto melancólico, las horas pasaban con lentitud, todavía teníamos un largo día por delante.
Toda la caravana estaba lista, la mayoría de los soldados y oficiales ya había tomado sus maletas, preparando sus vehículos para ir rumbo a la Toluca, Jean y Odelschwak, viajaban con Matsumoto, el resto íbamos como escolta, solo se quedaron los necesarios para mantener el puesto militar, el silencio era doloroso al avanzar el coche, solo se rompió esa tensión cuando despertó la pequeña, ya era hora de cenar, cambiarla, ir a dormir, sus suaves quejidos parecían incómodar a su padre, él conducía, era obvio que necesitaba poner atención al camino, empezaba a oscurecer.
- Más adelante vamos a descansar en otra locación... - dijo serio mi señor
- Está bien... lamento no poder calmar más a Anastasia... - le dije apenada
- Es normal que este molesta, ha sido un largo viaje, además es pequeña, me preocupa más el llevarla y traerla constantemente... - dijo frío el ojiverde
- La he cuidado tanto como me ha sido posible...estaba tan preocupada, no sabía de usted y luego... - me puse a llorar
Seguía algo sensible por todo lo ocurrido, me era difícil evitar las lágrimas.
- Esta bien, desahogate, cargas muchas emociones por todo lo que pasó cuando arribamos, es mejor a... acostumbrarse a la muerte... - dijo un poco pensativo, tomó mi mano
- ¿Alguien puede acostumbrarse a algo así? - pregunté entre sollozos
- Es algo que pasa con el tiempo, el trabajo, ves a tus amigos, compañeros, a tu familia, ver morir de tantas maneras a la gente, te hace ver cuán frágil es la vida y cuán sencillo es morir, te vuelve más duro, más insensible a ese dolor, no significa que no te afecte, solo que aprendés a sobre llevarlo sin tanto dolor... - respondió sereno mi esposo
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¡Salvéme General!
FanfictionOrihime ha sido llevada al campo de concentración de Auschwitz por error, ella es bailarina de ballet rusa, en su desesperación por no sufrir los horrores de ese infierno, ruega piedad al oficial de la SS Ulquiorra Ciffer, quien decide usar a la jov...