Capítulo 6: Mi Luna de Miel

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Me desperté y al verme desnuda, tomé la sábana, me envolví en ella, tratando de cubrirme, estaba confundida pero mi cuerpo rápidamente empezó a dolerme, me hormigueaban las piernas, pesaban, en mis muslos ardía mi piel, se sentía irritado mi entrepierna, me molestaban las muñecas, además de una sensación pegajosa en mi intimidad, aunque ya no sentía ese calor en mi vientre; mire a mi lado pero ya no estaba mi señor, me sentí tan expuesta, tan frágil y vulnerable hasta que escuche un par de pasos, giré rápidamente para mirar de dónde provenían las pisadas.

Me di cuenta que era Ulquiorra, vestía apenas su camisa y bóxer, por lo que me sonroje, agache la cabeza, mirando mis rodillas cubiertas por las sábanas, me apene más cuando note la cama manchada de sangre.

- Anda, vamos a bañarnos... - dijo con voz cálida mi señor

Gire la cabeza hacia él, me dio mucha vergüenza que me pidiera semejante cosa, pero supuse que era normal siendo esposos, intenté levantarme, sin embargo fue inútil, me dolieron mis piernas, no pude moverlas, era punzante, así que sobe mis muslos intentando que me respondieran, algunas lágrimas salieron de mis ojos al sentirme tan inservible.

- Lo lamento, no puedo ponerme de pie, de verdad lo siento... - dije entre sollozos

Me miró con una dulce sonrisa, algo que me sorprendió, nunca lo veía reír, siempre se mostró tan inalterable, me ruborizo esa sonrisa, incluso deje de sentirme vulnerable, más bien se me aceleró el corazón, me cosquilleo el estómago; entonces me levantó en sus brazos, me puse nerviosa así que me cubrí el rostro con las manos, solo pude sentir el agua tibia en mi piel, así que abrí los ojos, estaba en una tina, junto estaba una mesa con varios artículos, toallas, jabón, esponja...

Era agradable el calor en la piel, gire para ver a mi esposo, quién se desvistió, yo agache la cabeza, lo observe entrar lentamente al agua y sentarse del otro lado de la tina, casi se me sale el corazón del pecho, recargo un brazo en la orilla de la bañera y el otro lo puso cubriendo sus ojos con la cabeza echada hacia atrás, fue hasta ese momento que lo vi, un tatuaje en su pecho, es algo muy raro en un alemán nazi semejante cosa, era el número 4, me dio curiosidad, pero apenas podía moverme, con la pena no salía palabra de mi boca.

Bajo el brazo de su rostro y lo colocó en el borde de la tina, me miró, entre más esos ojos verdes me observaban más me avergonzaba, de la mesa tomó la esponja y el jabón, se acercó a mí, era sumamente incómodo me puse nerviosa, de pies a cabeza m...

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Bajo el brazo de su rostro y lo colocó en el borde de la tina, me miró, entre más esos ojos verdes me observaban más me avergonzaba, de la mesa tomó la esponja y el jabón, se acercó a mí, era sumamente incómodo me puse nerviosa, de pies a cabeza me erizo la piel, cerré los ojos, sentí sobre la mejilla la suave esponja, abrí los ojos perpleja por la ternura que me mostraba, era cálido y delicado mientras limpia mi piel, no decía una sola palabra, me ponía ansiosa sentir su cuerpo tibio sobre el mío, casi me desmayo, suspiro, entonces comenzó a pasar la esponja enjabonada por su cuerpo, era un deleite para mí cuerpo verlo, pase saliva por los nervios.

¡Salvéme General!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora