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El príncipe Park Jimin salía de su gran palacio entre risas,despidiéndose de sus padres para ir al bosque a jugar un rato.
ㅡ¡No dejes que nadie te vea,Minnie!.ㅡGrito su madre desde la gran puerta un poco preocupada por su niño,siendo reflejado en sus alas que perdían poco de su transparencia,mostrando así un color violeta. Últimamente los humanos se acercaban mucho a lo que ellos consideraban su jardín.
ㅡ¡Ya escuché,mamá!
Fue lo último que dijo antes de perderse entre plantas y muros de arbustos espinosos los cuales se abrían dándole pasó.
Paso un par de minutos jugando con las plantas y divirtiéndose con el cantar de las aves,revoloteando sus pequeñas alas sin un color designado,siendo únicamente transparentes. Su diversión se detuvo mirando un arbusto de moras,relamio sus labios antes de acercarse para comer algunas. Cuando estaba por comer la última de las perfectas escucho pasos,por lo tanto se escondió detrás de un frondoso árbol,viendo desde allí a una niña,una humana.
Se sorprendió al ver su cabellera perfecta,pero se sorprendió aún más al ver sus facciones tan suaves y sus movimientos tan delicados a pesar de que estos fueran rápidos. Cuando la hermosa niña se levantó dirigiéndose al arroyo,el no pudo evitar seguirla.
Escondido detrás de un árbol,mirando como la niña seguía con sus cosas,poco a poco se fue acercando para ver nuevamente sus facciones,se encontraba intrigado por no haber visto algo similar. Al estar lo suficientemente cerca logro percibir de mejor manera las curvas que existían en su rostro. Encantado,ésa era la única manera de describir su estado.
Su ensoñación acabo tan rápido como la pequeña se levantó corriendo lejos de allí,se salvo al aletear sus finas alas llegando lo suficientemente alto como para que no lo viera.
Justo cuando la perdió la vista corrió hacia su casa sorprendido por su nuevo descubrimiento,tal vez saldría a jugar más seguido en lugar de quedarse en su habitación con sus juguetes.
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