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Kim Namjoon,un niño de 6 años,corría hacia el bosque para recoger algunas moras silvestres para la princesa Abelone,la señorita a la que junto con su madre servían,llevaba en su pequeña mano una cesta que ayudaría a llevar lo ordenado. Sobre su cuerpo un vestido blanco el cual a cada paso que daba se ensuciaba,no era algo que le preocupará,ya que no era más que un pedazo de tela,nada digno de cuidar.
Pasaron solo unos minutos hasta que llegara al arbusto donde se encontraban,rápidamente se arrodilló y empezó a arrancar las mejores moras,no tenía mucho tiempo debido a que la princesa se encontraba en medio de una de sus ya conocidas rabietas. De la nada su mano dejó de moverse y sus sentidos se agudizaron,mirando por el rabillo del ojo una silueta,negando suavemente al creer que era su imaginación,como le decía su madre cada que tenía que salir a los pasillos en medio de la noche,con esto en mente siguió con su tarea hasta tener la cesta llena.
Después fue a un arroyo cercano limpiando allí las moras,posteriormente secando con su vestido,ensuciando así la tela. En dado momento logró ver otro reflejo además del suyo en el arroyo,uno que parecía pertenecer a otro niño.
Nuevamente se levantó para regresar al castillo,está vez aún más rápido.
Cuando llegó los guardias le permitieron entrar dándole una sonrisa.
ㅡBuenos días.ㅡDijo el tierno niño recibiendo solo una pequeña inclinación de cabeza como respuesta.
Sin perder un segundo más llego a la habitación donde seguía la mimada niña,pataleando y gritando por sus moras. La madre de la pequeña arrebató groseramente la cesta de sus manos,sintiendo asco de su presencia.
ㅡYa puedes irte,niña.
Namjoon solo asintió regresando a la cocina con su madre,la cual acarició su preciosa cabellera al verlo llegar,que caía como una cascada sobre sus hombros.
ㅡMira como esta tu vestido,Namjoon.ㅡDijo la señora Agneta,frunciendo un poco el ceño,no era un regaño o almenos así no lo veía el pequeño.
ㅡLo siento.
ㅡAgneta es un niño,es normal que ensucie su ropa constantemente.ㅡHablo la mujer dándole una sonrisa a su hijo,mostrando sus hermosos hoyuelos.
Le devolvió el gesto,sonrisa cariñosa con los mismos pozitos antes de volver con su tarea de pelar las papas,puede jurar que nunca se le dará bien,pues ya iba para la hora con esa tarea.
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