Capítulo 08

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"Protegerla"


Después de una pequeña discusión con el guardia de seguridad de las habitaciones, ya que podía entrar gratis luego de que terminará el show con cualquier chica que eligiera, logra dejarme entrar a una al pagarle 50 dólares.

Sofia se sienta al borde de la cama, cierro la puerta mientras me quito la chaqueta que traigo puesta. Me quedo observándola, sin poder analizar todo lo que sucede.

¿Por qué lo hace?

¿Es por esto que nadie quiere juntarse con ella?

¿Es por esto que la consideran rara?

¿Es por esto que su única amiga se alejó de ella?

¿Por qué demonios lo hace?

Trago saliva cuando sus ojos se conectan con los míos.

-¿Por que haces todo esto?

Le pregunto, intentando sonar lo menos alterada y sorprendida posible. Ella comienza a reír, frunzo el ceño, me arrodillo delante de ella, le quito las manos del rostro, y puedo darme cuenta de que esta drogada.

Suspiro, una y otra vez.

Sin saber que hacer, o simplemente que decir.

Me duele verla así.

-¿Quién eres?

Pregunta, mirandome ahora extrañada, sus esas ligeramente gruesas estan fruncidas, y sus labios gruesos y rojos tienen forman un puchero.

-Soy _________.

-Eres una buena chica.

Me dice, su mano me acaricia la mejilla, sus ojos no dejan de mirarme, y hago miles de esfuerzos por no ponerme nerviosa ante ella.

-¿Por qué haces esto?

Vuelvo a repetirle en su susurro.

Una de mis manos sube hacia su pierna derecha, con la intensión de levantarme, pero ella me detiene. Logro sentarme a su lado, pero su mano izquierda no suelta mi mano derecha.

-¿Quieres jugar conmigo?

Trago saliva.

Aprieto los ojos, y por primera vez, la miro con todo el descaro del mundo. Sus piernas eran no tan gruesas pero eran largas, y eso es lo que me atraía, la lencería que lleva puesta marca perfectamente su feminidad, cosa que me hacer arder en llamas. Su cintura y sus caderas me hacían querer ponerme encima de ella y comenzar a tocarla, sus pechos mostraban más de lo que tenía que ver.

Dejo de mirarla.

Trato de concentrarme.

No puedo hacer esto por más que me muera de ganas.

No puedo hacer esto sin su consentimiento.

Ella coloca mi mano sobre su feminidad, madre mía.

Cierro los ojos, intentando no dejarme llevar por el momento y por su precioso cuerpo.

-Vamos...- susurra ella- Sé que quieres hacerlo... tócame...

Como si me hubiese caído un balde de agua fría, me levanto de la cama, liberando mi mano del pequeño pecado que quería cometer. Suspiro.

-No puedo hacerlo.

-Si puedes.

-No, no puedo Sofia.

-Tengo muchas ganas...

Susurra ella, tocándose las piernas, subiendo lentamente a su feminidad, me doy la vuelta para no verla por más que por dentro quisiera comérmela entera.

Ángel negro; Sofia Carson | G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora