Capítulo 16

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El joven castaño bajó las escaleras con parsimonia, llevando una jarra de cristal entre sus manos

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El joven castaño bajó las escaleras con parsimonia, llevando una jarra de cristal entre sus manos. Solía mantener una con agua en su habitación por las noches, así no tendría que bajar a la cocina a media madrugada si sentía sed.

En cuanto llegó a la sala, se detuvo de golpe al notar una figura de pie, observándole, la jarra se resbaló de sus manos y fue a parar al piso, quebrándose en cientos de pedazos.

—¡Por todos los cielos! —exclamó el castaño— ¡¿Qué mierda haces aquí?!

—En verdad eres muy fácil de asustar, pequeño ángel— comentó Seonghwa, dando un par de pasos al frente.

Yeosang caminó hasta el interruptor de la pared y encendió las luces.

—Dijiste que llamarías a la puerta... Fue un error haberte dejado entrar... ¿No puedes tocar el timbre como la gente normal?

—Saliste antes, sin avisar — dijo el pelinegro cruzándose de brazos.

—Y como puedes ver, sigo en perfectas condiciones, no me ocurrió nada de camino a casa.

El castaño se agachó para recojer los pedazos de cristal, tomó los más grandes y se encaminó a la cocina para poder echarlos a la basura.

—En realidad voy a agradecer que no vuelvas a entrar sin avisar— al momento de lanzar los trozos de cristal lo hizo con algo de brusquedad, un de ellos hizo un corte levemente profundo en su dedo pulgar, las gotas de sangre no tardaron en brotar— ¡Mierda! —se quejó el castaño.

—Debes tener más cuidado ángel—comentó el vampiro sujetando la mano del contrario y observando la herida.

—Yo... Lo siento... perdón...— comentó el menor aparentemente nervioso.

—¿Por qué te disculpas?— preguntó Seonghwa, sin despegar la vista de aquel hilillo de sangre.

—Está s-sangrando...

—Lo sé... tu corazón está latiendo como loco, tranquilízate.

—Suéltame... Por favor— pidió el castaño, sin embargo el agarre del vampiro se hizo levemente más firme.

—No soy un neófito, pequeño ángel, no perderé el control por unas gotas de sangre— dijo Seonghwa con parsimonia.

—Ya estuvo ¿si? Déjate de bromas por favor...

—Ya, detendré el sangrado, no te preocupes— dijo el pelinegro.

—¡No! Esp... Ahh— Yeosang ahogó un jadeo cuando sintió la lengua del contrario sobre su herida— Seonghwa...

El mencionado le miró directo a los ojos, con aquella mirada tan rojiza como vino tinto expuesto a la luz. Su lengua fría y húmeda recorrió la piel del castaño, limpiando todo rastro de color rojo. Terminó por introducirlo en su boca y no se molestó en disimular el sonido de placer que emanó de lo más profundo de su garganta. Como si hubiese probado el café más exquisito.

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