Capitulo 4

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Nueva York 22 de mayo de 2010
Los años pasaron. Las niñas crecieron y el negocio prosperó hasta convertirse en uno de los bufetes con más fama de Nueva York. Y Camila consiguió lo que siempre había querido: una gran familia. Su suegra vivía con ellos, y también Lucy, su cuñada, que fue invitada por Camilia tras su divorcio.

Lucy dudó, pero llegó a la conclusión de que viviendo con ellos siempre habría comida en la nevera y su ropa estaría limpia. Con el tiempo se convirtió en una famosa fotógrafa que viajaba muchísimo y en una mujer de carácter, que siempre estaba rodeada de mequetrefes que manejaba a su antojo. Pero si algo hacía bien Lucy era vivir la vida. Tras su fracaso matrimonial decidió dedicarse a ser feliz y a no pensar en el mañana. Y eso le funcionaba de maravilla.

Por su parte, Lauren, con los años, se aburguesó demasiado.
Siempre iba impecablemente vestida con trajes de Armani, Gucci o Versace, pues no permitía que en su ropero entrara nada que no tuviera firma. Se había convertido en una implacable y temida abogada de la que todo el mundo destacaba su dureza, eficiencia y audacia en los juicios. Ese era ahora su estilo de vida. Y le gustaba. Pero fue precisamente audacia lo que le faltó en su vida personal al cometer un terrible error que Camila logró perdonarle…

—Abuela, abuela, ¿puedes venir? —llamó Catherine, la hija mayor a la que llamaban Cat.

—Un momento —contestó Clara—. Ya voy.

—¡Tía Lucy! —gritó Olivia, la pequeña a la que llamaban Ollie

—. ¡Sube tú también!—
Ambas subieron a la habitación donde les esperaban dos ansiosas muchachas que cerraron la puerta en cuanto entraron.

—¿A qué se debe tanto secreto? —preguntó Lucy sentándose en la cama.

—Es para enseñaros el regalo que tenemos para mamá y mami por su aniversario ¿qué os parece?

Con gesto de orgullo, les enseñaron dos relojes, uno de Plata con diamantes y otro de plata con la esfera en blanco.

—Mis niñas… ¡son preciosos! —exclamó Clara mirándolas con dulzura.

—Tienen una dedicatoria por detrás —comentó Olivia feliz.

—Les van a encantar —aplaudió Lucy—. Estoy completamente segura.

—Llevamos ahorrando un año en secreto para poder comprarlos, pero ha merecido la pena —comentó contenta Cat.
Cat era igual que Camila, alta y morena, aunque tan temperamental como
su tía Lucy. Por el contrario, Olivia era ojiverde como su madre y tenía un carácter dulce y conciliador. Una mezcla perfecta de sus madres .

—¡¿Dónde están mis niñas?! —Gritó Halsey que apareció con sus dos mellizas que ya eran unas mujeres.

—¡¡Tía Halsey!! —gritaron las niñas que corrieron a abrazarla.

—Dios mío, ¿cómo habéis podido crecer tanto?

—Pero tía Halsey, si nos viste anteayer —sonrió Ollie.

—Da igual, cariño, crecéis por momentos —tras saludar a Lucy y Clara, prosiguió—. Menuda fiesta se va a organizar en el aniversario de vuestros padres.

—Va a ser divertidísimo —respondió Cat—. Ven, tenemos que enseñarte algo.
Y Halsey las siguió divertida al verlas tan contentas. Lucy volviéndose hacia las mellizas, Marina y Lafina , sonrió y dijo:

—Oye, que mayores estáis, ¿pero cuántos años tenéis?

—Dieciocho —respondió Lafina, mientras Lucy se percataba de como Marina miraba a Cat, que subía las escaleras hacia su habitación en compañía de Halsey y Ollie.

Las Princesas Azules también DestiñenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora