Todo fue maravilloso desde un principio. Ollie adoraba a los niños y los niños a ella. Al día siguiente de su llegada Verónica y Camila comenzaron a darle clases de surf. Y aunque al principio tragó bastante agua, no se dio por vencida. Era tenaz como su madre y no se rendía a la primera. A final de la tarde, gritó como una loca cuando consiguió permanecer unos segundos de pie encima de la tabla antes de volver a caer.
Ollie se fijó en como las chicas jóvenes, y no tan jóvenes, miraban a su madre y a su tía e intentaban acercarse para hablar con ellas siempre que podían. ¡Qué descaradas! Camila no les hacía caso, pero la tía Vero sí. Aquella guaperas soltera no pasaba por alto ninguna insinuación y eso la hacía reír. Y, aunque le molestara, entendía perfectamente porqué las mujeres no las obviaban.
Estaban fantásticas, realmente el cambio de vida les había sentado a las mil maravillas. Divertida, pensó que dirían su madre y su tía Lucy si las vieran y sonrió al imaginar sus caras cuando les enseñase las fotos que estaba haciendo.
Durante los días que pasó con ellos le mostraron la Isla de Oahu. Un sueño de lugar y un sitio maravilloso para vivir. Conoció a mamá Daula, que era tal y como su madre siempre le había descrito. Una tarde la llevaron al despacho que compartían en Honolulu y le encantó comprobar que su madre tenía en una estantería una foto de Cat, Ollie y Lauren.
En seguida se percató como la tía Vero escondía en el cajón de su escritorio una de Lucy. Sonrió, pero no comentó nada. En aquella visita Ollie se sintió más adulta. Le encantaba cuando por la noche, después de acostar a Sasha y a Tommy, se quedaban hasta altas horas de la madrugada hablando, mirando las estrellas y riendo.
Desde Nueva York, Lauren se conectaba por las noches al chat esperando que Camila lo hiciera. Pero no. Ella no apareció. Su hija estaba con ella y se dedicó a aprovechar al máximo el tiempo que estaba con ella.
Una tarde, mientras Camila jugaba en la orilla con Tommy y Sasha, Verónica se sentó junto a Ollie en el porche para disfrutar del paisaje y de un mar azul increíble.
—Qué maravilla —sonrió ella—. Aprovecha y respira este aire, cielo, que luego en Nueva York no lo tendrás.
—Esto es preciosotíoa —asintió encantada—. Sinceramente os envidio. Creo que este lugar de ensueño es un magnífico sitio para vivir.
Verónica sonrió.
—¿Por qué crees que regresé aquí?
—Me imagino que porque te gusta.
Mirando el horizonte y su precioso mar asintió.
—Es mi tierra y ya sabes que yo soy una mujer de mar y playa como tu madre. Pero lo que pasó fue que cuando ella decidió correr detrás de tu madre a Nueva York y montar el despacho, ambos me propusieron a mí y a la tía Halsey ir con ellos y accedimos. Para mí aquello fue un reto, una aventura. Pasé de vivir en una isla a vivir en una gran ciudad. Al principio me pareció fantástico e increíble pero, poco a poco, fue perdiendo su magia. Demasiadas prisas, atascos y problemas. Y lo creas o no, alguna vez le había hablado a tu madre de la posibilidad de dejarlo todo y de regresar de nuevo a mi isla. Pero ella siempre conseguía que cambiara de idea o yo siempre tenía demasiadas cosas que hacer. Pero cuando pasó lo que ya sabes y tu madre decidió regresar, no me lo pensé dos veces e hice lo que tendría que haber hecho hace años.
Ollie bebió un trago de su Coca-Cola y clavó la mirada en su querida tía.
—¿Por qué crees que les pasó eso a mis madres?
Verónica suspiró. Debía tener tacto con un tema tan peliagudo.
—No lo sé, cariño.
—Todo era tan perfecto. Teníamos una familia tan bonita que…
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Las Princesas Azules también Destiñen
RomanceCAMREN G!P LOS DERECHOS ASU AUTOR ESTO ES SOLO UNA ADAPTACIÓN (BUENÍSIMA POR CIERTO)