Capítulo 1: Noble

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Septiembre, 2015

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Septiembre, 2015

Diez años después


—¿Isobel? —llama una voz femenina—. Cariño, despierta. Ya casi estamos en Noble.

Abro los ojos examinando mi entorno con cierto recelo. Los restos de mi sueño se desvanecen antes de que pueda retenerlos y, en apenas unos segundos, no queda nada más que el regusto amargo de algo olvidado. Quiero escarbar en mi cerebro en busca de eso que está perdido, pero sé bien cómo termina mi obsesión por recordar: con una jaqueca monumental y un vacío existencial del que luego me cuesta escapar.

—Cissy. —Parpadeo hacia la mujer que ocupa el asiento a mi lado—. ¿Pasa algo? ¿Tuviste otra pesadilla?

—No.

—Creo que esto te delata. —Josephine toma mis puños y los abre despacio revelando dos palmas llenas de medias lunas rojizas. Un poco más y mis uñas habrían cortado la piel—. ¿Qué soñaste? Puedes decirme lo que sea —insiste en el mismo tono delicado, como si le hablara a un perro asustado.

Dejo que mi mirada vague por su rostro de facciones elegantes en busca de una señal de reconocimiento que no llega. Los ojos grises de párpados caídos, la nariz perfilada, los labios voluptuosos, la barbilla prominente, el cabello oscuro arreglado en cuidadas ondas... no encuentro algo en la combinación que sirva para darme una noción del pasado, de que la conozco desde niña. Y lo detesto.

—Nada —finalmente replico—. Ese es el punto, no recuerdo nada. Ni lo que sueño ni lo que he vivido. Nada.

—Bueno, es imposible que la gente recuerde todo lo que sueña o vive. No somos máquinas.

—Sabes a qué me refiero. —Suelto un bufido—. Se supone que eres mi tía, pero lo único que veo cuando te miro es a una extraña. Pasa lo mismo con el resto de la gente que me visitó en la clínica durante las últimas semanas. Me pone paranoica sentir que no pertenezco a ninguna parte.

Josephine me palmea suavemente el dorso de una mano.

—El doctor Taylor es el mejor en su campo. Si un experto como él dice que será un proceso lento, es porque te llevará más de unas semanas recuperar la memoria. No te agobies.

—También mencionó que puedo pasarme la vida con amnesia. ¿Y si no recuerdo nunca? ¿Y si me quedo así para siempre?

—Entonces haremos que tengas mejores recuerdos. —Suspira añadiendo—: Jesús, Cissy. Es un milagro que hayas salido con vida del accidente. ¿Puedes estar feliz al menos por eso? Yo lo estoy. Agradezco todos los días por tenerte viva, intenta ser agradecida también. —Efectúa una pausa y luego agrega—: Sería una forma de honrar a tu hermana. Estoy segura de que Hope no querría verte autocastigándote por algo que no es tu culpa; ella te diría que pelearas con lo que tienes.

Los Demonios Nunca MuerenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora