As de oros

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Emma

-¡Por fin!-Nicole me abrazó y me sacudió con todas sus fuerzas.- Se había tardado en besarte, pero dime, ¿Cómo fue? ¿Si sabe besar?-Me daba pena responder todas sus preguntas

-¿Enserio quieres saber?

-¡Claro! Pero ¿Tienes papas?

-Obviamente.- ambas bajamos corriendo a la cocina para buscar comida, y ahí estaba mi mamá

-Hola señora.- Nicole la saludó mientras yo busqué las papas

-Hola, ¿Cómo estás?

-Emma me ha hecho el día señora, ¿Ya le dijiste?- me volteo a ver

-No me ha dicho nada.- mi mamá me volteo a ver y yo solo me puse roja

-Dile Emma.- Nicole me quito las papas

-¿Emma?

-Jack la besó en su cita.- volvió a soltar un grito y brincó de felicidad, mientras que yo estaba más roja que un tomate

-¿Es cierto?- mi mamá estaba más que asombrada

-Si.- sonreí y tomé unas galletas que había en la alacena

-Quiero que me cuentes todo.- se sentó en el banco de la cocina

-Primero me lo va a contar a mi señora.- me tomó de la mano para subir otra vez

-¡Quiero saber todo Emma!- escuche a mi mamá gritar desde abajo y Nicole y cerró la puerta de mi cuarto y nos sentamos en el suelo

-Dime todo lo que sucedió en la cita.- dejamos las cosas en el suelo y nos acomodamos

-Fuimos a varios juegos y una pareja pensó que éramos pareja.- recordé los carros chocones

-Entonces estaban muy cerca, digo, para que los hayan confundido

-Pues no sé, pero fuimos a la casa de los gritos y comimos hot dogs y...- me interrumpió con la boca llena de papas

-Ve a lo interesante

-Esta bien, estábamos en la rueda de la fortuna

-Que romántico.- reímos

-Y se acercó a mí y puso su mano en mi mejilla, pero antes de eso, cuando comíamos me dijo cosas demasiado cursis

-Te pusiste como tomate

-Obviamente.- reí.- Entonces tomó mi mejilla y me besó

-¿Así tal cual?

-Fue muy delicado, muy tierno.

El beso terminó y Jack me sonrío aun con su mano en mi mejilla, sentía como mis mejillas estaban rojas y solo sonreí mientras veía abajo y puse mi cabeza en su hombro, de reojo podía ver que aún tenía una sonrisa. No dijimos ni una palabra hasta que bajamos de la rueda, pero ese silencio no fue para nada incómodo a pesar que los dos nos moríamos de pena. Bajamos de la rueda y sentí como su mano rozaba con la mía y voltee a verlo y solo me sonrío, lo había hecho a propósito.

-¿A dónde quieres ir?- Aun nos faltaban algunos juegos pero no nos daría tiempo de ir a todos

-Vamos a que nos lean las cartas

-¿Enserio?

-¿Por qué no?- le sonreí y fuimos

-¿Tú primero?-parecía nervioso

-Eres un miedoso.- le saqué la lengua y entré donde estaba la mujer

El ambiente se sentía muy raro, tenía muchas cartas sobre la mesa y le pague, la mujer solo me sonrío

Prisioneros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora