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Un lugar como este, lleno de vida, arte y elegancia. Los violines, violonchelos, violas pregrabadas con el sonido del piano en vivo se escuchan al fondo del pasillo. Las paredes de un color verde atonado en pastel, aunque con la falta de iluminación, combinada con la nublada tarde de Paris que se puede apreciar en el gran ventanal situado al fondo del pasillo, se baña en tonos no tan saturados y melancólicos. La música comienza a ser veloz, el tempo más rápido, el piano marcando el ritmo fuerte y agudo. La chica alta y rubia, con cabellos largos sujetos a una liga, solo deja caer su brillante flequillo por su frente, una playera color gris con un estampado en la parte de enfrente y una maleta negra colgando en su hombro derecho, un estilo tan hip-hop neoyorquino; se dirige a la puerta del fondo de aquel pasillo, al abrirla, una gran habitación con suelo de madera, un gran espejo que ocupa toda la pared frente a la puerta, los ventanales ubicados en la parte superior de la pared izquierda, el resto de aquella pared del mismo color del pasillo. La chica frente al piano interpreta las notas de The Last Emperor de Ryuchi Sakamoto, no se percata que alguien más ha entrado a la habitación:

- Sabes... - Dice la chica recargada en el marco de la pared con brazos cruzados y una sonrisa que deja ver aquellos hoyuelos marcados en sus mejillas – Estuve practicando esa canción durante todo el verano frente al espejo de la Abuela.

La chica frente al piano interrumpe su interpretación y voltea rápidamente hacia la puerta. Si... ella volvió.

- ¡NO LO PUEDO CREER! – Dice mientras se levanta del asiento y corre a abrazar a su amiga. Su larga falda negra vuela, así como su gran cabellera de plata, una playera color blanca con un estampado del álbum de The Velvet Underground & Nico, resalta su cintura y deja ver parte de su abdomen que sólo una bailarina podría mantener en esa forma. – Tailandia te hace, por alguna extraña razón... envejecer demasiado – Dice Roseanne en tono de broma y con una sonrisa, se aleja de la chica después de aquel abrazo, mirándola con ojos brillosos, realmente la extrañó demasiado.

Su amistad, no es esa clase de amistad pasajera que los humanos suelen tener o perder por circunstancias absurdas en la vida. Roseanne siempre ha tenido a esta chica presente en su día a día, dos artistas que se entienden como una sola canción podría hacerlo, dos almas gemelas que esperan tenerse la una a la otra toda la vida y aunque el mundo terminase mañana, ellas sabrían como pasar sus últimas horas como si fuesen semanas. Este es el arte de una amistad que perdurará hasta que...

- Cállate, Roseanne, que él no verme te hizo, sin duda alguna, más vieja a ti – Dice la chica colocando sus brazos cruzadas a la altura de su pecho, lanzando un sonrisa. – Por cierto... cada día tocas más hermoso el piano – Camina hacia el piano y deja caer la maleta a mitad de la gran habitación.

- Vaya, vaya, Lalisa diciéndome un maravilloso cumplido de mis destrezas en el piano... ¿Acaso tu mamá te dio cierta pastilla o te inyectó algún virus que hizo que cambiara algo en ti? – Dice Roseanne de forma sarcástica. Ella sabe que Lalisa es una persona muy exigente en cuanto a arte se trata, la perfección podría ser la palabra que mejor describe a la chica tailandesa, nunca esperes un cumplido positivo por parte de ella porque jamás lo obtendrás.

- JA-JA-JA, muy graciosa Roseanne – Se sienta frente al piano y comienza a tocar un par de melodías en Jazz, Lalisa no es mucho de tocar instrumentos, pero cuando se trata de una composición suya, no existe alguien que pueda detenerla. – Uff, fallé en una, una mala racha, no tengo piano en Tailandia.

- ¿En qué momento puedes componer piezas tan hermosas? – Se sienta junto a ella y se quedan en silencio por un momento, Lisa vuelve a tocar un poco de Jazz – Sabes... Te extrañé demasiado – Esta vez Roseanne recarga su cabeza en el hombro derecho de la chica tailandesa. Se convierte en un momento en donde simplemente el sonido es el estelar de este maravilloso reencuentro.

El aroma de Lisa es tan particular, así como su presencia, ambas calman la ansiedad que en momentos podría llegar a presenciar Roseanne; aquellos demonios de soledad desaparecen cuando ella se encuentra a su lado, cuando siente su calor, su humor, su carácter y su talento, ella se siente inspirada por cada parte de Lalisa, como si fuese una divina obra de arte que además de serlo también es capaz de plasmar el suyo y hacerlo propio. Su arte, escucharla sentir aquellas teclas y convertirlas en obras maestras; "Francia merece conocer el talento de Lalisa" piensa Roseanne mientras las notas comienzan a hacer más románticas y cálidas, más dulces y en ocaciones amargas como a veces podría ser el comienzo de una primavera. Cierra los ojos por un momento y suspira el olor de aquel perfume floral que le encanta usar a Lisa, ese perfume hace sentir a Roseanne miles de emociones conjuntas, entre ellas la paz y tranquilidad que no pudo experimentar durante todo el verano hasta ese preciado momento.

Se mantienen así por un largo tiempo hasta que Lisa se detiene y suspira, Roseanne levanta su cabeza y cruzan miradas con un par de sonrisas en el medio.

- Sabes Roseanne... Yo también te extrañé demasiado.

Rolling Stone – The Weeknd.

¿Cuántas veces pensé en ti?

mientras el calor de la amarga noche,

cubierta de tierra húmeda y hojas ahogadas por las gotas del cielo,

una y mil veces les pregunté;

¿Cuántas veces pensé en ti?

Un extraño suceso,

mientras trazaba las facciones de tu rostro,

a mitad de la amarga noche,

tratando de conciliar el sueño,

le explico no sólo al trazo

como con tus finos movimientos,

permiten la tierra arder,

convertirla en cristal con tu baile a mitad de invierno

y en las mejores lluvias a mitad del solitario verano.

¿Cuántas veces pensé en ti?

en cada noche amarga y silenciosa,

donde el viento quiebra el cristal de tu presencia,

el escalofrío de sólo tener una ventisca de invierno sobre mi piel,

y el canto ahogado del llanto ansía que te quedes junto a mi ser.

Cuánto más miedo perdura a la orilla del barranco,

quizá las montañas son testigo del mar de amor

que sólo escribo en poesía al son del hielo.

Le inhalo el viento, con la esperanza de sentir tu dulce veneno

nuevamente le pregunto al aire y al cielo,

sin necesariamente pensar en fuego,

¿Cuántas veces pienso en ti, tesoro del viento?

Tesoro del viento.

Notre Jour Viendra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora