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"Quien controla el pasado, controla el futuro. El que controla el presente, controla al pasado"

George Orwell.

- Mantengamos la fe de Dios... – Decía el padre de pie frente a su altar. Mi cabeza no prestaba mucha atención a su diálogo, mis pensamientos solo se centraban en ella. Sin embargo, el padre no se detuvo, por mucho que mi cabeza internamente rogara que se detuviera. – En todas aquellas almas... –

Por favor no lo diga.

- que hoy... - Se lo pido.

- Descansan con el señor.- mierda.

El silencio hizo presencia en esa gran audiencia teñida de negro, algunos llorando, otros más al borde del sueño y otros como yo, sin creer que demonios había sucedido. Me sorprende aún así la cantidad de personas que viajaron hasta Francia sólo para despedirse de ella... Incluso aquellos que nunca la valoraron o tan siquiera conocieron. Supongo que todos dejamos de ser extraños hasta que nos dirigimos al cielo.

- Gracias, señor, por permitir que esta alma... - Miró a la audiencia antes de que saliera una nueva frase de su boca. – haya iluminado y adorado a cada uno de los presentes en tu casa señor mío, que hoy vinieron a despedirse de esta pequeña criatura que hoy se encuentra en tu paraíso... - Mis pensamientos se volvieron blancos, de un momento a otro mis oídos se volvieron sordos, el dolor en el pecho se intensificó. Sólo pude escuchar las últimas palabras de aquella oración... - Por los siglos de los siglos... -

- Amén – Se escuchó el canto unísono por parte de los presentes. Todo el mundo tomó asiento.

Alcé la mirada hacia aquel ataúd donde yacía su cuerpo sin vida. Observé la gran fotografía que se encontraba a escasos centímetros de ella. Estaba sonriendo; dejaba ver un poco su frente, su gran cabellera larga y negra resaltaba su rostro blanco y sus grandes ojos marrones brillantes. La sonrisa era lo que resaltaba más, quién iba decir que detrás de esa sonrisa había un mundo lleno de oscuros silencios... Cerré los ojos para evitar que las lágrimas hicieran presencia en mi rostro. Pero al momento de abrirlos...

La vi... La vi parada frente a su propia pieza de madera donde su cuerpo yacía. Se veía igual de radiante como el primer día que tuve la oportunidad de amarla, y el último día que tuve la oportunidad de hacerlo. Aquella última noche, de nuestro último verano.

La vida nos dio la oportunidad de tenernos, pero jamás de salvarnos... jamás de salvarnos. Ese último pensamiento me hizo recordar la noche en donde conocí la intimidad que cubrían un par de telas desgastadas. Sentí el temor de tu cuerpo al posar mis manos sobre tus heridas ocultas, incluso aunque la oscuridad no me permitiera verlas, sentí los relieves de aquellas figuras tatuadas por el dolor que guardabas día y noche antes de ir a la cama. Tus lagrimas se guardaron en mi piel cuando susurré en la oscuridad de la noche lo mucho que te amaba. Aquellas cascadas de tus ojos cesaron cuando sintieron la calma y el amor, hasta la última exhalación de aquel momento cerca del fin de nuestro verano eterno.

Tu cuerpo aclamaba amor y tolerancia, algo que tu nunca le pudiste ofrecer a tu alma, pero traté de ofrecértelo antes de que tomaras la decisión que marcaría el destino de tu vida y la mía. Ya era muy tarde cuando...

- Puedo escuchar tus pensamientos – Su voz ronca hizo presencia en mi cabeza (o al menos eso creí), su acento francés del cuál me obsesioné hasta el último segundo de su existencia en este mundo.- No contestes – Ella seguía de espaldas hablándome, sin duda esto era un sueño – Tal vez creas que te abandoné... - Continuó – Tal vez pienses de mi que soy una egoísta al dejarte sola en este mundo de mierda... Perdí la batalla Roseanne.

Comenzó a caminar por el recinto, vestía de un traje completamente negro, parte de su pecho estaba desnudo, pero su larga cabellera negra lo cubría casi por completo. El sonido de sus pasos era imperceptible, estaba descalza, no temía herirse, caminaba con seguridad por el recinto. De un momento a otro no había nadie más a nuestro alrededor, solo éramos ella y yo. Mi rostro instantáneamente se llenó de lágrimas.

- No sé porqué supongo, si escucho perfectamente lo que sientes y lo que piensas. Siguió caminando por el recinto. No entiendo que sucede, solo quiero despertar de esta pesadilla. – Te amo Roseanne – Escuchar eso me quebró a un más. – Siempre lo hago... Siempre lo hice y... Siempre lo haré.

No podía creer lo que estaba sucediendo en ese momento. Su cuerpo, su alma, ella poco a poco se fue acercando a mí. Su mirada estaba fija en mi rostro... Trataba de decirle a mi cabeza que ella realmente ya no estaba aquí, pero sentía su olor y su calor, como si ella nunca hubiese muerto. Su cabello en tono negro y largo, dejando ver parte de su frente, aquella que cubría con una cortina de pelo. Se sentó junto a mi.

- Mientras me pienses, yo siempre seré real Roseanne. – Tomó mi mano y poso sus labios sobre mis puños, los cuales por alguna razón habían empezado a sangrar desesperadamente.

Se levantó y dejó mi mano perderse en ese pequeño espacio que nos separaba. Caminó hacia la salida del recinto, no quise perderle la vista ni por un segundo. Antes de salir por aquel gran portón, se volteó y de su boca salió:

- Roseanne, recuerda que quien controla el pasado, controla el futuro. El que controla el presente, controla el pasado.- Desapareció dejándome sola en una iglesia frente a su cuerpo sin vida.

No pude evitarlo, corrí tras de ella. Mis manos dejaban un rastro de sangre en aquel piso pulido de la iglesia francesa donde le decía por una última vez adiós a mi amada. Al correr detrás de ella, una luz me segó. De pronto mi espalda sintió el frío del suelo. Todo se volvió negro, lo último que pude escuchar antes de perder enteramente la conciencia fue...

- ¡Maldita psicópata! -

Wolves – Kanye West.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2020 ⏰

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