Capitulo 8

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Ya estaban, habían llegado a Ken la capital de Oestia situada en el centro de todo el reino tal ciudad sirve como punto principal del vasto imperio Oestiano, hogar de la diosa renacida y alta reina Celestine Lucross y centro religioso de todo el imperio, Juncell observo con gran admiración el paisaje a su alrededor todo parece ser tan blanco, tan pulido tan...puro.

Las casas, las calles todo parecía estar echo de las piedras mas finas, las estructuras de mármol son muchas y la riqueza abunda en todo el lugar, las personas que se reunieron alrededor de la puerta para recibir con alabanzas a la reina de Feoh y a su hija y sobrina fueron cientos incluso miles y todos y cada uno de ellos pareciera ser un noble equiparable a aquellos presentes en Feoh pero que en aquel lugar solo conforman una pequeña parte de la populación, en el lugar la presencia de otros que nobles parece ser nula.

Como siempre el caballero gigante ahora en una dorada armadura se hacia notar y aun mas al estar justo delante del carruaje junto al conductor, pero Juncell no le puso atención a las personas ni a sus miradas, ni a sus preguntas ni a nada puesto que su vista estaba clavada sobre algo que observaba a lo lejos, justo en la entrada del palacio real también conocido como la gran catedral de Marfil justo a los pies de la escaleras pudo observar a todas las princesas de Oestia, y sobre todo pudo observar a la Monarca.

Ignoro todo lo físico en ella puesto que como era de esperarse es una mujer con casi nada de vestimenta con una cadera y busto de un tamaño impresionante y que aun así logran estar proporcionados con su cuerpo, de una cabellera sin igual que parece llegar a sus pies y unos verdosos ojos similares a esmeraldas, todo aquello lo ignoro para centrarse únicamente en aquello que está detrás de toda esa tapadera de carne, quería ver si en ella podia ver una monarca como Vendrick, como el viejo rey de hierro, como el rey hundido o como el rey de Marfil, quería ver si como Eliza aquella que se hace llamar Celestine es digna de su cargo.

Lastimosamente para el moreno sus ojos nunca fueron capaces de ver más allá de lo físico así que se tendría que contentar con solo eso. El carruaje llego justo delante de aquellas escaleras, y del vehículo bajaron las tres mujeres miembros de la realeza las cuales hicieron una leve reverencia ante la alta reina la cual les respondió con una sonrisa y un cordial saludo.

-También quería presentarle a alguien Dama Lucross y obvio a todos los presentes aquí- Pronucio la reina de Feoh señalando al moreno el cual supo en ese momento que debía de bajar del carruaje y fue lo que hizo, de lo alto de sus dos metros y medio con algunos metros añadidos por la armadura que porta actualmente, el guerrero no muerto se vio como una figura imponente ante todos los presentes que tan solo retuvieron su respiración hasta que este hiciera una hermosa reverencia delante de la alta reina.

Lo que no saben los miembros de Oestia es que en Drangleick la reverencia que el viene de hacer es una reverencia usada para el combate la habia obtenido cuando se volvió un espectro azul hace ya un tiempo, y es la única reverencia "respetuosa" que sabe hacer, por suerte en Oestia no pose el mismo significado que en Drangelick.

-Me nombro Juncell, soy un miembro de los caballeros del iris, es un placer conocerla Dama Lucross- Su voz sonó indiferente no cargando ningún tipo de emoción y no porque no la tuviera ya que esta inundado de curiosidad tan solo hizo que su voz saliera lo más monótona posible por el bien de su presentación.

-Un Placer conocerlo Lord Juncell, Dama Acturus aquí presente me hablo mucho de usted por cartas...he de decir que es mas impresionante en persona- El moreno levanto una ceja y dirigió una ligera mirada hacia la reina Eliza, ¿acaso la alta reina de Oestia sería su compinche en el plan que tiene de hacerlo casarse con Alicia?

Hablando de la princesa, ella se habia mantenido distante luego de aquella noche, igual que antes, ni le hablaba, ni le miraba, y ahora incluso evitaba todos los temas de conversación que tuvieran que ver con él, el moreno no sabía si debería de intentar arreglar las cosas o dejarlas así y esperar que se arregle por si misma.

Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora