Capitulo 3

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-Alex, arriba, tienes que irte.- sentí un pequeño peso encima mío y una lengua pasaba por mi cara, despertando, empecé a reírme y a alejar a la bestia que me comía a besos.

-Basta Apolo.- dije tomando al pequeño salchicha para dejarlo en el suelo.        

Ví a mi hermana salir de mi habitación mientras que Apolo la seguía haciendo ruido con sus pequeñas patitas.

Miré mi reloj, eran las 10:30, en una hora debería ir al colegio. Me desperecé y me levanté, entré al baño y me vestí con una camiseta negra básica con jeans azules y zapatillas negras, salí y bajé a desayunar.

Ahí se encontraban mi madre, padre y hermana. Me senté junto a Naomi, aunque siempre le digo Mía, es 3 años mayor, alta, de cabello negro y corto, la mayoría de las veces vestía de negro, si no la veías viendo documentales, la podías ver estudiando para algo de la universidad.

Mi madre, Elena, la mujer más dulce del mundo, siempre te regalaba una sonrisa, su cabello era negro con alguna que otra cana asomándose entre los mechones, sus ojos eran color miel al igual que los míos.

Mi padre se llamaba Alejandro, de ahí mi nombre, Alex. Era alto, de cabello castaño oscuro y ojos tan negros y penetrantes que con solo una mirada podía hacerte temblar, iguales a los de Mía. Más allá de eso, era divertido y atento, un padre excepcional, un modelo a seguir.

Si, mi familia era loca y algo rara, pero no desearía cambiarla por otra.
Terminé mi desayuno entre risas, ya que mi hermana cuando quería podía ser bastante tonta.

-Vamos Alex, es tu último año, conoce más gente. Quieres volver a hacer el chico raro del periódico escolar?- mordió un pedazo de su tostada.

-Me gusta ser el chico raro hermanita.- me levanté y le saqué la lengua mientras nuestros padres soltaban risitas por lo bajo.

Mi colegio estaba a 15 minutos de mi hogar y eran las 11, así que salí tranquilo de mi casa con mi morral y una laptop dentro y me puse los auriculares y reproducí mi playlist favorita, mientras caminaba golpeteaba mi pierna al ritmo de uno de mis temas favoritos, veía cómo la gente me miraba raro y de vez en cuando por encima de la música se escuchaba una bocina de un auto cuando cruzaba la calle, giré en una de las esquinas y a los pocos segundo detuve mi caminata y pausé la música, nunca soy muy observador de mi entorno cuando escucho música pero era difícil no notar el silencio que había en esa calle, no había nadie, ni un auto, las tiendas parecían estar vacías o abandonadas quizás, caminé más lento y mirando a mi alrededor a la expectativa de que apareciera algo de movimiento.

Me detuve nuevamente, los vellos de mi nuca se erizaron, sentía una mirada sobre mí, rápidamente me dí la vuelta solo para asustarme con el rostro de una muchacha, había salido de la maldita nada.

-Uff me asustaste...- dije poniendo una mano en el lado izquierdo de mi pecho. Observé a la chica, era casi de mi edad, estaba despeinada, vestía una sudadera gris muy grande y un pantalón igualmente grande y gris. Estará perdida?- Oye estas bien? Necesitas ayuda?- la chica solo me observaba de arriba a abajo, parecía desconfiar un poco.- Tranquila, vamos a un lugar más tranquilo si quieres.- quise tomarla del brazo pero solo se apartó rápidamente.- De acuerdo... Quieres caminar? Caminemos.- me puse a su lado y ella me miró curiosa y solo me siguió.

Ok. Estaba caminando con una chica que seguramente está perdida y no se que hacer. Debería llamar a la policía? Quizás su familia la esté buscando.

Caminábamos en silencio, ella me seguía y yo inconscientemente me dirigía a mi hogar nuevamente. En serio iba a invitar a una desconocida a mi hogar? Es decir seguramente mis padres no estaban y mi hermana tendría que estar en la universidad, no se darían cuenta de que la metí, solo la cuidaría un rato hasta que me cuente lo que le pasó y listo.

Luego de un incómodo y largo camino llegamos a mi hogar.
Entré esperando que me siguiera pero solo la ví ahí, parada en el marco de la puerta inspeccionando todo el lugar, pero no detectaba miedo en su mirada sino curiosidad.

-Vamos.- la invité a entrar lo más cortés que pude hacerlo en ese momento. Al entrar se veía algo ansiosa o nerviosa.- Siéntate.- le dije señalando mi sofá.

Tranquilamente se sentó en uno de ellos y yo la seguí acomodándome en frente suyo.

-Bien... Quién eres?- le pregunté la más calmado posible.
Ella cayó unos segundos hasta que respondió.

-Ana.- dijo mirándome a los ojos.
-De dónde eres?- por alguna razón ella agachó la cabeza, supongo que pensando su respuesta.

-No pertenezco a ningún lugar.- se expresión tan seria estaba poniéndome nervioso.

-Tienes a alguien a quien llamar? Un familiar?- le pregunté dudoso de su respuesta.

-No.- apartó su mirada de la mía y la posó en la ventana.

-Tendré que llamar a la policía Ana.- me levanté tomando mi celular del bolsillo pero antes de hacer nada sentí una agarre muy fuerte en mi brazo.

-No necesito a la policía, no necesito a nadie.- dijo ella mirándome a los ojos.- Gracias por tu ayuda.- al segundo la ví caminar hacia la puerta.

-Escucha no sé qué te ocurrió pero puedo ayudarte.- le dije antes de abra la puerta. Ella solo se quedó de espaldas a mí.- Prometo no involucrar a la policía en esto. Puedes quedarte aquí, al menos por unos días, hasta que sepa que hacer.- ella se dió la vuelta y me miró.- Pero hay que hacer algo con esa ropa.

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Esquizofrenia - Locura Inicial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora