Capitulo 1

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Vegetta:

—Este es tu última prueba, eres el más joven en llegar a este punto, siéntete orgulloso de llegar hasta aquí—Me dijo uno de los miembros del grupo— ¿Estas listo Samuel?— Su sonrisa mostraba unos grandes dientes blancos.

Pertenecía a este club desde unos dos años, se llevaba casi todo mi tiempo, pero valía la pena, esto era lo que me completaba—Estoy listo—

Trajeron una gran pizarra, en ella había muchas imágenes—Como ya sabes dentro de un mes será el gran baile de la ciudad, ahí será donde llevarás a cabo tu gran última prueba —

—Lo se—Ya había escuchado rumores de como era la última prueba, pues a todos les gustaba alardear de como lo habían logrado.

—Pero esta vez no podrás escogerlo, podría ser cualquier persona de la ciudad, cercana a tu edad claramente—Saco una caja—Esto esta llenó de fotos, como ayuda te diremos como se llama y que lugares frecuenta, pero nada más—

— ¿Y el baile?—Pregunte.

—Que inteligente, como siempre tendrás que ganarte de el amor de esta persona, luego lo invitarás al baile y durante este le romperás el corazón, como siempre se toman miles de fotos en este lugar, y el propósito es que aparezca en la sección “Heartbreak”—Ahí apunto a varias de las fotos, muchas eran chicas con el maquillaje corrido por la cara de tanto llorar e incluso había un par de chicos.

— ¿Eso es todo?—

—Eso es todo—Me acerco la caja y tome la primera foto que encontré, en la que vi a un chico que no tenía nada de especial— Guillermo Díaz—Me dijo leyendo el nombre que estaba en un costado de la foto—Puedes retirarte—

Yo asistía a este club desde hace unos dos años, pero aún no era parte porque el requisito mayor era romperles el corazón a cien personas, yo llevo 99 y este será el último.

Mire la foto una vez más, no me esperaba que saliera un chico, pero no lo hacía más difícil, pues ya salí con un chico hace un tiempo. Gracias a un amigo pude saber en que escuela estudia, para mi desgracia esta algo lejos de la mía, pero con algo de suerte nuestro primer encuentro será casual.

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Willy:

Algunas veces me pregunto como es que posible que nos exijan tanto en nuestro último año, he estado tan ocupado que hoy salí después de las seis sólo haciendo la tarea en la biblioteca, y como si no fuera suficiente esta lloviendo a cántaros.

Salí con mi paraguas y seguí el mismo camino de siempre, ya que vivía cerca no tardaría mucho en llegar a casa, pero me detuve.

Bajo un árbol había un chico como de mi edad ocultándose de la lluvia, además se notaba que no era de por aquí, pues llevaba el uniforme de una escuela privada.

— ¿Disculpa?—Me llamo, ya que no había nadie más en la calle— ¿Me podrías decir donde esta el metro?—

Me acerque para decirle—Esta en esta calle derecho por unas cinco cuadras—

—Gracias—Me dijo con una bella sonrisa.

Ahora me iba a ir, pero me dio algo de lástima, el chico tendría que esperar que la lluvia terminara— ¿Quieres que te lleve?—Le pregunte.

Sus ojos mostrarlo mucha ilusión— ¿Enserio?—

—Claro tío, es probable que si te dejo aquí tenga que esperar durante horas—Deje que metiera debajo de mi paraguas, pero al ser más alto que yo tenía que agacharse un poco.

Caminamos por la calle durante un rato sin decirnos nada hasta que me atreví a decirle— ¿Qué te trae por aquí?—

—Mi madre me mando a dejarle un paquete a una amiga—Respondió despreocupadamente.

—Eso lo explica todo—

— ¿Por qué?—

—Porque se nota que no eres de por aquí—

Aparentemente se indignó, porque frunció el ceño— ¿Acaso hay que ser de una manera en especial para vivir aquí?—

—No, pero tu uniforme no es de ninguna escuela de por aquí—Le señalé.

—Es un buen punto—Tras decir eso ambos nos reímos.

Nuestra pequeño encuentro habría acabado si no fuera porque un auto paso a toda velocidad tirando toda el agua posible, sólo que a mi no me llego ninguna gota, toda la recibió el chico que estaba a mi lado. Su uniforme goteaba a más no poder, y su camisa blanca se tiñó de un marrón oscuro.

—Tengo muy mala suerte—Dijo suspirando—Bueno ya no importa si me cubro con el paraguas o no, puedes irte a tu casa si quieres—

—No soy tan malo, ven—Lo agarre para que me siguiera—Ven a mi casa para que te pongas algo seco, o si no pescaras el resfrío de tu vida—

Mostró una cara de sorpresa, pero no se resistió en absoluto, por lo que me siguió sin problema.

En mi casa por alguna razón no se encontraba nadie, supuse que mi hermana se habría demorado un poco por la lluvia.

—Puedes bañarte si quieres—Le dije.

— ¿Haces esto con todos los extraños?—Me pregunto.

—Me llamo Guillermo Díaz, me gustan los videojuegos, salir con mis amigos, me encantan las tortugas y ya no soy un extraño—

—Y yo Samuel De Luque—

—Es un gusto—Dije antes de ir a buscar ropa de mi padre pues la mía no le quedaría ni en broma—Toma—Le entregue la ropa y le mostré el baño.

Yo por mi lado me fui a sentar al sofá de la sala, pues no se sí mi mente estaba funcionando correctamente. Me había topado con un extraño en la calle y lo había invitado a mi casa ¿Por qué? Porque parecía buena gente, es que soy tonto.

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Vegetta:

 En ningún sentido me esperaba que las cosas salieran tan bien, gracias a que es tan bueno ya estaba en su casa, seguramente en una semana ya este pidiéndome que salga con el.

Una vez termine de bañarme me vestí con la ropa que me entrego, pero deje los botones de arriba de la camisa desabrochados apropósito, si tenía un poco de suerte Guillermo se fijaría en esto.

Sólo que afuera no había nadie, estaba completamente sólo— ¿Guillermo?—Pregunte.

—Estoy en la cocina—Me grito—Ven si quieres—

Me dirigí donde estaba el, en sus manos tenía dos tazas, que seguramente había preparado recién.

—Ten—Me entrego una—Para que se te vaya el frío—Luego me miro durante unos segundos— ¿Cómo es posible que seas hasta más grande que mi papa?—

—Vengo de una familia grande—Me senté en una de las sillas—O tu de una familia pequeña—

—No te lo creas, que tengo un amigo que me llega hasta el hombro, eso es ser pequeño—

—Me lo imagino—

—Pero en realidad no le acompleja—

Seguimos hablando de sus amigos por un rato más, no es que fueran muchos, pero si tenía muchas cosas que contar sobre ellos.

Tome otro sorbo de mi té, sólo que ya no quedaba nada—Guillermo creo que es hora de que me vaya—

—Ah bueno—Se levantó para buscar una bolsa y un paraguas que estaban sobre un mueble—Ten, tu ropa y para que puedas irte—

—Gracias, eres realmente amable—Le dije, esto en realidad era sincero, pues nunca me había tocado conocer alguien así.

Me acompaño hasta la puerta de la casa, y espero a que me alejara un poco para cerrar la puerta.

Heartbreaker (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora