Capítulo 1

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Albus Severus Potter estaba en su pequeño local. Se veía muy "profesional" con su pequeño traje de vendedor y mostrando su mercancía en el pequeño puesto que le habían dado en el mercadillo. La maestra de su escuela (muggle) había dicho que navidad era una época de dar, más que de recibir, así que la escuela organizo un bazar de caridad, apenas un mercadillo, donde los niños venderían pequeñas cosas hechas por ellos mismos.

El pequeño había estado horneando galletas y tejiendo guantes. La abuela Molly le había estado enseñando y el pequeño había estado muy activo haciendo cosas de punto de todo tipo, galletas de espiral y en forma de hombrecitos de jengibre también.

Harry Potter, Auror en proceso de retiro y antes paladín de la justicia, solo atinaba a sonreír condescendientemente cuando algún comprador potencial veía las galletas y tejidos de su hijo, sabiendo que sus guantes no eran exactamente... estéticos, y que sus galletas carecían de una de las características principales de la repostería... el sabor dulce.

No eran malos productos per se, pero Albus sostenía que tanta azúcar impedía que la gente pudiera apreciar el sabor de los demás ingredientes y no le importaba si los guantes, gorros y demás no combinaban en colores, ya que sostenía que lo importante de ellos era su funcionalidad. Y si, Harry estaba de acuerdo en que las galletas sabían bien si uno obviaba el sabor dulce, y que los artículos de punto eran más cálidos que otros que había tenido.

Pero la gente no compartía esos puntos de vista y hasta ahora, no habían vendido más que unos guantes a una anciana que parecía que tenía algún defecto visual severo, si tomaban el tamaño de sus lentes como indicativo.

La razón de que Harry estuviera en aquel puesto, es que su ex-esposa Ginny estaba cubriendo un partido de Quidditch de beneficencia. Y sí, su divorcio fue de mutuo acuerdo y los niños estaban bien con que mamá y papá ahora solo fueran buenos amigos.

Ginny estaba trabajando como corresponsal de El Profeta. Escribía artículos sobre quidditch y era quien se encargaba de las columnas cuando había partidos. En estos momentos, Ginny estaba cubriendo un encuentro entre su antiguo equipo, las Arpías de Holyhead y las Urracas de Montrose, de forma que James Sirius estaba en la madriguera por el día, mientras Molly se encargaba de su hija más joven, Lily Luna.

A pesar de que su matrimonio había terminado, ninguno de los dos sintió que había sido malo. Era más como que se habían casado entre amigos que entre amantes. Ginny descubrió que realmente no estuvo enamorada de Harry, sino de "la idea de Harry". Una vez que conoció al verdadero Harry, se hizo con el mejor amigo del mundo, pero perdió un marido.

Dado que llevaron su divorcio de la manera más tranquila, los niños se adaptaron bien, con algunos problemas menores, a su nueva situación y compartían la custodia de los niños. Como Harry seguía siendo visto como "un Weasley más", las navidades no suponían un problema.

Mientras Ginny estaba teniendo citas de vez en cuando, Harry estaba... bueno, no estaba exactamente solo pero tampoco acompañado. Era más como que la persona que le gustaba ni siquiera sabía que existía. Lo que de nueva cuenta, no era completamente cierto, la persona que le gustaba a Harry jamás se fijaría en él.

Severus Snape había sobrevivido a la guerra, contra todos sus propios pronósticos. Seguía siendo el sarcástico y un tanto virulento hombre que había sido y eso estaba volviendo loco a Harry, ya que este era el objeto del afecto del ex-auror.

Harry se moría por el hombre. Y sí, uno de los motivos del divorcio era que Harry descubrió su gusto por su mismo género. Ginny había sido muy comprensiva, y quizás eso es lo que debería haberles dado una idea de por qué iba a ser imposible que su matrimonio funcionara.

Como fuera, Ginny estaba teniendo citas, sus hijos no tenían traumas asociados a su separación, seguía siendo considerado un Weasley honorario y en general todo estaba bien... excepto que se sentía muy solo.

Quizás era algo sobre las fiestas, como San Valentín. El ultimo San Valentín fue un día de comer como Ron Weasley mientras veía película tras película de acción, terror y cualquier cosa lejos de las películas sobre amor, pero Navidad era un cuchillo cubierto de azúcar del cual era imposible escapar.

Todo apuntaba a la familia.

Tenía una familia, pero odiaba ver a tantas parejas sonreírse y mirarse como bobos mientras pasaban a su lado. Estaba consciente de que eso lo hacía un poco Grinch pero ¿Y qué? Tenía todo el derecho de ser un poco amargado.

Estaba sumido en esos pensamientos depresivos cuando una voz que no había escuchado en años se escuchó a menos de un metro de él. Para su horror, esa misma voz estaba en alguna especie de conversación con su hijo Albus. Albus le estaba diciendo al hombre que los guantes costaban 2 libras pero que si los compraba le daría una galleta gratis.

Con aún más horror, Harry salió completamente de sus pensamientos grises y lleno su vista con la imagen de Severus Snape, cubierto de pies a cabeza con ropa en distintas tonalidades de gris y negro.

El hombre llevaba un pantalón de lana negro, seguido de una camisa de manga larga de franela, el abrigo era una gabardina forrada gris, y sus manos estaban cubiertas por los guantes más feos que había visto alguna vez, y eso sin contar la bufanda más anodina que alguna vez existiera, las dos últimas cosas en un color gris tirándole al negro.

Una vez que paso el shock inicial, observo que el par elegido por Snape era el de colores discordantes que había tejido Albus casi al principio de sus clases con su abuela. Tenía tonos rojos, verdes, grises y unas pocas chispas de azul oscuro de una madeja de Molly que casi se había acabado. Albus había estado particularmente orgulloso de ellos.

Harry observo al hombre levantar los guantes de la mesa, examinarlos como cuando examinaba sus pociones de estudiante y cuando abrió la boca para decir algo, Harry ya estaba listo para defender a su hijo, excepto que lo que salió de labios de Snape no fue lo que esperaba.

—¿Puedo probármelos antes de decidir, joven? —Albus sonrió y asintió. Snape se quitó uno de sus guantes con la boca, haciendo que Harry quisiera tragar saliva por lo sexy de esa acción, luego Snape metió su mano en el guante correcto y movió sus dedos. Pareció satisfecho con lo que sea que buscaba—2 libras ¿Ese es el precio, correcto? —Albus asintió y recibió los 2 billetes de 1 libra, metiéndolos directo a la caja de venta.

Luego, para sumar más horror a la escena, Albus acerco una caja de galletas "descartadas" que tenía junto a la caja de venta, para ofrecerle una a Snape, parte del trato anterior. Severus Snape mordió la galleta ofrecida luego de ponerse el otro guante recién comprado y mientras saboreaba la galleta, Harry espero a que cayera el otro zapato, como dicen.

Pero el zapato jamás cayó.

En cambio, Severus Snape parecía genuinamente complacido con el sabor de las galletas de Albus—¿Cuánto cuesta una docena de galletas? —Preguntó y Albus dio un precio de una libra. Snape entonces saco otro billete de una libra, dándoselo a Albus.

Albus agradeció la compra y más cuando Snape deposito 2 libras más en la caja de donaciones. Con eso y un asentimiento a Albus, el hombre por fin reparo en Harry—Señor Potter y joven Potter—Fue todo lo que dijo antes de darse media vuelta y partir.

Harry no estaba seguro de que acababa de pasar, pero su hijo solo atino a preguntar—¿Cómo supo nuestro apellido? ¿Quién era ese hombre, papi? —.

Harry suspiro, intentando recomponer su cerebro, aturdido con la visión del hombre que tenía su corazón aunque este no lo supiera—Severus Snape, Al. Él era mi profesor en Hogwarts—.

Un Regalo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora