Prólogo.

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Esta es la historia del Padre Jorge, un sacerdote católico y de las horribles atrosidedes que tuvo que vivir en una epoca de guerra militar y civil de 1954. Mi nombre es Johan, mis padres son... la verdad no tengo, el Padre Jorge me encontró en la puerta de la Iglesia con sólo unos días de haber nacido. Él me ha criado desde que tengo memoría, para mí, el es mi único padre y madre. 

Recuerdo que con cuatro años de edad en noche buena grité en la mesa que no creía en Dios. El Padre Jorge dejó de comer y dijo mirandome: Papa Noel no te traerá regalos si dices cosas como estas en noche buena, chico. A decir verdad pensé que me golpearía por decir una blasfemia como esa, pero no. Por eso y muchas cosas más lo concidero el mejor padre que me pudieran haber dado. Además de ser criado por un cura católico estudié en un colegio católico, no creer en ese ser llamado Dios fue todo un problema. Gracias a la simpatía del Padre Jorge y la Madre Consuelo no me terminaron expulzando de la escuela. Inumerables veces el Padre Jorge intentó lograr hacer que cambiara de opinión sobre la existensía de Dios, evidentemente no logró nada. ¿Cómo es posible que un ser lleno de bondad y amor permita que abandonen a un niño indefenso? yo creo que es imposible aun así le agradesco al destino que haya caído en manos del Padre Jorge. Recuerdo tambien que cada noche desde mis 3 años de edad me obligaba a rezar junto a él antes de dormir, a pesar de no creer desde pequeño, lo hacia porque para él era importante y sonreía, sus plegarias eran enormes, como todas las de un buen pastor, pero en cambio las mias eran muy breves, ya que no tenía padres por los cuales pedir salud, o amigos por los cuales pedir bienestar o cosas materiales por las cuales agradecer, sólo al Padre Jorge, así que pedía por él para que nunca se alejara de mi lado.

Toda mi infancia fue muy tranquila, pero sombria, como si me faltase algo, algo especial por lo cual vivir, quizás un motivo o un insentivo. mi pubertad no fue lujurioza como la de los demas chicos de mi edad, muchas chicas se enamoraban de mi por mis encantos, caballerocidad y modales que poseía, ¿qué más se podía esperar del hijo de un sirviente de Dios? creo que era lo mínimo, esto causaba la envidía y el odio de muchos compañeros, así que la posibilidad de hacer amigos estaba descartada y la de tener novia no me interezaba. 

La primera vez que temí y sentí el dolor en el corazón fue a mis 13 años de edad, un día 12 de Julio, lo recuerdo muy bien, ya que ese acontecimiento ocurrió un día antes de mi cumpleaños. Al llegar de la escuela deje mis cosas y me dirigí a la Iglesia para ver al Padre Jorge que a esa hora siempre estaba rezando en la tercera banca. Entré y por respeto a las creencías que me había inculcado el Padre Jorge desde pequeño me arrodillé y desde el suelo lo vi tirado, solo, sin nadie que se hubiera dado cuenta o que lo ayudara. guardé el rosario con el que siempre rezaba y le grité: ¡Por favor no me deje, usted es lo unico que tengo en este mundo, despierte!. Mis gritos rebotaron en las paredes de la Iglesia y sin poder hacer nada me eché a llorar. Por suerte una señora que limpiaba la Iglesia y la casa parroquial me vió y me ayudó. Al cabo de unos segundos ya estaba en la abulancia junto al Padre. Llegamos al hospital lo revizaron y de inmediato lo llevaron a la sala de alto riesgo. Yo no dejaba de llorar, sentía que mi único amigo, padre y confidente lo estaba perdiendo. En ese momento pensé en Dios y en que era capaz de romper todas mis creencias y principios, tomé el rosario del Padre Jorge y comenzé a rezar sin parar para que no me lo quitaran, tal vez no creía en él, pero si tenía el dolor presente y la esperanza de que lo pudieran salvar. Luego de dos largas horas me dejaron pasar a verlo. Entré y corrí hasta la última camilla me arrodillé a su lado y abrazandolo no paraba de decir: Gracias a Dios... Gracias Señor. Él sorprendido y sonriendo me preguntó: ¿Gracias a Dios? creo que esto sirvió para que te convirtieras al cristianismo, hijo mío. No me importó lo que me haya dicho pero lo seguí abrazando.

Lo demás fue muy tranquilo... hasta el 11 de septiembre de 1954, se armó una guerra militar de gobierno y el pueblo civil.

La última confesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora