La tumba del arquitecto

Capítulo 8

Ciudad del Vaticano, Roma.  16 de abril. 15.45 PM.

   Minerva y Charly salieron de la Capilla Sixtina triunfantes de los hallazgos encontrados allí. Recorrieron el largo pasillo flanqueado por guardias suizos que separaba la capilla de la Basílica de San Pedro y se dirigieron a las escalinatas de la Basílica.

Una vez allí, la profesora retiró su radio y comprobó si volvía a recuperar la señal telefónica.

- Bingo, ya ha vuelto - dijo y marcó rápidamente el botón que le daba a la línea directa del comisario Trevor - Aquí profesora Minerva, ¿me copia? -

- Le copio profesora - respondió Trevor - ¿Cómo les ha ido allí dentro? -

- Cómo lo planeado, todo ha salido perfectamente -

- Perfecto, ¿Qué han encontrado? - preguntó Trevor.

- Encontramos el inicio del camino señalizado, al parecer es una secuencia numérica, pero aún no lo podemos confirmar a ciencia exacta -

- ¿Han encontrado unos números? - preguntó el comisario.

- Así es, dos, uno por cada obra de allí dentro. Cuatro y uno - dijo Minerva.

- Entendido, ¿Le dice algo esos números a priori? -

- Por el momento no, debemos de saber que se encuentra en las demás obras -

- Comprendo, ¿A dónde deben de dirigirse ahora? -

- Hacía la Capilla Paulina en el palacio Apostólico aquí en Roma -

- Muy bien, vayan con precaución y con la discreción que han tenido hasta ahora, ¿Entendido? -

- Entendido, cambio y fuera comisario - contestó Minerva cortando la comunicación y guardando su radio.

- Debemos de buscar un vehículo que nos lleve al palacio - dijo Charly.

- De eso me encargo yo, creo tener un contacto que nos pueda brindar ese servicio -

  A unas cuadras de la Viale Pretoriano, en el departamento del filántropo Rafael Zeneca, su teléfono móvil comenzó a sonar mientras bebía su café luego del almuerzo.

Cuando lo tomó y observó el nombre de quien le llamaba, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.

- ¡Profesora! quien me iba a decir que recibiría una llamada de usted hoy día ¿Cómo se encuentra? - respondió a la llamada con su voz ronca a causa de su adicción a los cigarros.

- Rafael, que alegría oírte. Me encuentro muy bien, gracias por preguntar, ¿y usted? - contestó Minerva del otro lado de la línea.

- De maravilla, ¿A qué se debe su llamada? - preguntó Rafael.

- Verás, he venido a Roma a realizar una investigación para mi próximo libro -

- ¡Vaya que agradable noticia! - interrumpió Rafael.

- Lo es, actualmente me encuentro en la Basílica de San Pedro, pero necesito dirigirme al palacio Apostólico para continuar y no tengo ningún vehículo para poder ir - dijo Minerva.

- Y entiendo y necesitas a tu viejo amigo para desplazarte fácilmente por Roma - contestó Rafael.

- ¿Te molestaría pasarme a buscar a mi y a mi acompañante de investigación y llevarnos al palacio? -

- ¿Acompañante? No puedo creer que la profesora Minerva Veroski tenga un acompañante, encima hombre... - dijo con una breve risa - Pero sí, no hay problema ¿Necesita que ya la pase a buscar? -