[Lo presiento]

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¿Esas veces en las que te despiertas pero te pesan demasiado los ojos como para abrirlos? Así me encontraba yo. Lo ultimo que recordaba es que desperté atado a una pared con cadenas y con mi tripa sangrando.

No sabia ni donde estaba ni como estaba ni en que año vivía. La pregunta del millón es, ¿estoy vivo o estoy muerto?. Hice el intento de abrir mis ojos y después de mucho esfuerzo lo conseguí. Me encontraba en una habitación de hospital. Si seguía en el manicomio, nunca había estado aquí. La luz me cegaba. Conseguí ver a una persona cogiendome la mano dormida en la silla de al lado. Ayleen. Seguía sin saber si estaba vivo o muerto. A lo mejor soy un fantasma. Me incorpore y no, seguía vivo. Otro intento fallido de suicidio, muy bien Michael, el mundo te quiere aquí, gracias mundo. En ambos de mis brazos tenia inyectadas vías. Me volví a recostar en la cama.

La chica se despertó y me miro, se quedo unos segundos contemplandome.

-¿Michael? ¿Estas despierto o estoy en un sueño?- pellizquen su mano.

-Yo creo que estas viva- dije viendo como se frotaba la mano.

-No me puedo creer que sigas aquí, me dijeron que estabas muerto- dijo con las lágrimas en sus ojos.

-No te fíes de lo que dicen por aquí- y es que tenia toda la razón. Aquí te manipulan y te engañan. Parece que te ayudan pero no te ayudan una mierda. Lo mejor de todo es que una vez que entras, mueres aquí sea como sea.

-¿Donde estoy? ¿que ha pasado? No recuerdo casi nada-

-Estas en la U.C.I de el manicomio, has estado en coma durante 2 semanas. La ultima semana te encontré y he estado aquí todo el día.- aclaró. Había estado en una silla incomoda una semana para estar conmigo. Eso es amor.-Por si no lo recuerdas, te clavaste un cuchillo en el vientre-.

Todavía lo recuerdo. Ella me encontró. Realmente quería morir en ese mismo instante y el alcohol y la nicotina, al parecer, también.

Ayleen, que tenia los ojos hinchados y rojos, seguramente de llorar, beber y fumar, respiraba profundamente conteniendo las lágrimas.

-No llores- dije cuando las lágrimas ya estaban escurriéndose por sus mejillas.

-No me dejes, no me dejes nunca jamas- dijo mientras la abrazaba con cuidado.

-No te dejaré. Saldremos de aquí- dije seguro.

-¿Me lo prometes?- susurro mirándome a los ojos. Sonreía ampliamente.

-Te lo prometo- y bese su frente mientras entrelazaba sus dedos con los mios. Iba a salir de aquí sea como sea, aquí había algo que me lleva oliendo mal desde que entré y no pienso quedarme aquí para siempre. La puerta se abrió y el gilipollas del director entro por esta.

-Hombre, Michael, por fin despierto. Es una alegría que estés vivo.- dijo aquel asqueroso hombre

-Callate, gilipollas- dije de mala gana. A mi este tío que ni me dirija la palabra. Asqueroso de mierda.

-¿Porque tantos humos? Te recuerdo que gracias a mi, estas aquí y que yo no fui el que te clave el cuchillo, fuistes tu- levante mi brazo como pude y le saque el dedo del medio. Ayleen se quedo paralizada ante la situación.

-Michael, para- reacciono poniendo su mano en mi pecho y recoste mi espalda en la camilla.

-Cabrón- masculle

-Michael, tranquilo- dijo mirándome a los ojos.

-No, tranquilo no, es un gilipollas- dije cabreado.

Sanitarium [Michael Clifford]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora