La bombilla se encendió dejando me ver la maldita habitación gris como todos los malditos días. Las voces eran casi inaudibles. Por fin la noche había acabado. Se abrió la puerta y salí al comedor donde ya había bastante gente desayunando. La mayoría estaban locos, irónico porque si no estuvieran locos no estarían en un manicomio. Cogí mi bandeja y me acerque a la señora.
-Hola, 78, aquí tienes tu desayuno- y me sirvió unas rebanadas de pan. Me serví leche en el vaso y cogí los sobres de mantequilla. Me senté en una mesa apartado de todo el mundo, no quería causar daños.
-Michael- Susurro una voz femenina dulce, reconocible. La añoraba. Se sentó en frente mía. Me sonrió. Amaba su sonrisa. Cogió mi mano que estaba apoyada en la mesa.
-No eres real- susurré, casi para mis adentros.
-Michael, ¿no me quieres?- dijo preocupada.
-No- dije rotundamente y la sombra chillo aplastando me los tímpanos y taladrando me el cerebro. Un puño estallo contra la mesa y el chillido paro en seco, alejándose para volver pronto.
-Este es el paciente Numero 78. Le haremos un control en su habitación en una hora.- dijo un enfermero informando a un hombre que me resultaba familiar. Era alto, con el pelo canoso, de unos 55-60 años aproximadamente. Vestía un traje color beige con una corbata azul claro. En su pecho adornaba un cartel con el nombre "Director Harrison Forks". El enfermero y el director se alejaron dejando me solo.
Mordí el ultimo trozo de mi tostada y bebí el ultimo trago de café. Saque de mi bolsillo un frasco de plástico. Lo abrí y deje caer una pastilla blanca sobre mi mano para a continuación tragarla. Gracias a esa cosa el dolor de cabeza se esfumaría y me dejaría dormir aunque fuera unas horas. No había podido pegar ojo en toda la noche. Su risa me martillaba la cabeza.
Levante mi mirada del plato vacío para contemplar la amplia sala medio vacía. Algunos hombres charlando. Una mesa de cuatro mujeres hablando y algún que otro chico solo mirando a través de la ventana. Todos iban vestidos con pantalones verdes grisáceos y camisetas blancas al igual que yo y todos los ingresados en este horrible edificio.
Salí de la sala a caminar por los jardines. Mis pensamientos me abrumaban. Ella, el, mis padres, mi familia y ella, simplemente ella. Podría ser una obsesión pero la amaba y la odiaba. Si la tuviera enfrente probablemente la mataría por dejarme así.
-¿Habéis visto a la nueva? Tiene la pinta del 78- dijo un chico al otro lado de la pared. ¿una chica que se parecía a mi? Eso tenia que verlo. Arrastre mis pies hasta el hall donde ví caminar a una chica cabizbaja, pelirroja y con su piel adornada de tatuajes y... Cortes. Se parecía a mi en el echo de que tenia el mismo color de pelo que yo y ambos teníamos tatuajes grabados en nuestra piel. Necesitaba hablar con ella. Algo me incitaba a ello. ¿Quien era? ¿Que hacia aquí? Y sobretodo ¿Porque todos esos cortes?. Arrastraron a la chica a la tercera planta, donde se encontraba mi habitación, y la metieron en la 115.
-78, íbamos a buscarte ahora mismo. Entra a tu habitación vamos a hacerte unas preguntas- dijo el enfermero de antes.
-¿quien es ella?- dije
-No te importa-
-He dicho que quien es ella- dije cabreado.
-No me hagas llevarte al sótano- dijo amenazando me. Me rendí y camine lentamente, con todos mis esfuerzos a mi habitación. Me senté en la cama y el enfermero de sentó enfrente en una silla con un cuaderno entre sus piernas y un bolígrafo entre sus manos.
-Bueno, 78, ¿recuerdas algo?- dijo colocándose las gafas. Negé con la cabeza.
-¿Que es lo ultimo que recuerdas?- sinceramente no me apetece recordarlo. Me quede callado.
-Queremos ayudarte. Entiendo que no quieras recordarlo pero es importante para nosotros saberlo y apuntarlo en tu informe a si podemos ayudarte.-
-Recuerdo que llovía- dije seco. -Estaba en la calle y ella me apunto- un pinchazo en el pecho me hizo gemir de dolor. - Ella... ella se reía de mi- lágrimas en mis ojos amenazaban. Me da igual si era el chico malo y temido con tatuajes. Me dolía todo y todo el mundo llora. Me golpeé la frente con la mano.
-¿Y después?- insistió el medico con el bolígrafo pegado al papel para continuar anotando.
-Recuerdo despertarme en un camión y cuando salí me trajiste a este condenado sitio del infierno- dije con verdadero asco.
El enfermero se levanto y abrió su maletín. Cogió un frasco y una aguja. Lleno la jeringa del liquido azul y comprobó que salia correctamente para acto seguido, acercarse a mi.
-Esto te dejara dormir por unas horas y te calmara el dolor de cabeza. Sobretodo el del brazo- mire mi brazo vendado. Había sido un intento fallido de suicidio. Me encontraba mal en todos los aspectos. Su voz susurrando mi nombre se propagaba por toda mi habitación. La aguja toco mi cuello y se introdujo en mi piel. El liquido fluía por mi cuerpo con un extraño ardor. Un pitido constante en mis oídos. Como cuando sales de fiesta una noche y cuando te tumbas en la cama oyes ese inigualable pitido destroza tímpanos que te golpea la mente. Igual. La puerta se cerró de un golpe dejando me solo en las cuatro paredes gritas. La vista se nublaba. Iba a morir. Veía su cara. Escuchaba su voz. Oía sus "Te quiero". Sentía la cuchilla deslizándose por mi brazo, la sangre chorreando por este y amontonándose en el suelo. Una pantalla negra bloqueo mi visión y lo ultimo que pude oír fue un grito alejado.
~*~
-¿Hola?- dijo una voz dulce haciéndome despertar. Unos ojos marrones enfrente de los mios. Me fije en sus labios carnosos. Sus mejillas estaban ruborizadas. Su pelo rojo pasión adornaba su precioso rostro. Era preciosa.
-Te oí gritar desde mi habitación y quería asegurarme de que estabas bien- dijo con esa melodiosa voz. Era un ángel caído del cielo en versión diablo.
-Si, gracias estoy bien.- me incorpore y me senté en el borde de la cama con ella a mi lado.
-Ayleen, Ayleen Williams- dijo con una sonrisa y tendiéndole la mano. Sus brazos estaban vendados.
-Michael, Michael Clifford- cogí su mano y la sonreí de vuelta.
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Holaa. Hoy estaba viendo una película que me ha encantado y me ha inspirado para hacer este nuevo fanfic tenebroso que espero que os guste. No dejare de subir Inmortal, eso esta claro. Intentare subir cuando pueda. Seguirme en tw @hemmoftpenguins. Votar y recomendarsela a muuucha gente. Os quiero.
Hemmo,x.
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Sanitarium [Michael Clifford]
Hayran KurguEstaba atrapado entre cuatro malditas paredes grises, frías, sin sentimientos. Solo en este maldito edificio. Mi vida se resumía en muchas palabras. Medicamentos, voces, pensamientos, gritos, dolor, insomnio. A veces sus voces consumían mis pensamie...