A Veces.

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A veces no siento mucho. Cuando le conté esto a mi psicóloga y le pregunté si era normal, no fue capaz de responderme, supongo que supuso que por ser estudiante de psicología, podía responderme a mi mismo. Error.

Es como si mi mente se colocará anestesia en cuanto siento dolores psicológicos extremos, las lágrimas se atoran y aunque me esté quemando por dentro, nada sale. Me pregunto si he perdido la capacidad de sufrir, no lo se.

Otras veces es insoportable, como si no pudiera parar, las lágrimas no se detienen incluso cuando mis labios se agrietan por la deshidratación, aunque esto ya no suele suceder, antes era más común.

A veces también me quedó pegado a la cama, como si no fuera capaz de levantarme y hacer cualquier cosa me cuesta el mil del esfuerzo que normalmente haría. Me siento un objeto, una máquina, algo que trabaja sistemáticamente y que posteriormente reposa al sobrecargarse, es solo que yo no puedo evitar sobrecargarme rápidamente y tampoco puedo evitar sentir que si me sobrecargo, me descompongo y me reemplazan, no sería mucho problema tirarme a la basura.

Notas de un suicida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora