El primer encuentro

10.1K 677 390
                                    

La luna esperaba al sol que no la veía, anhelando una calidez que no le correspondía; totalmente ciega a la noche, que era su fiel compañero.

Un paso.

Otro.

Un pequeño salto.

Y continuó su carrera sin un rumbo aparente.

Todo lo que necesitaba era avanzar, seguir, moverse y dejar que sus pies la guiaran por instinto a un lugar que la protegiera. Porque ahora, en ese preciso instante, debía esconderse.

Huir.

Si tuviera que definir su vida con palabras, no sería tan difícil comenzar; después de todo, estas siempre habían llegado a sus oídos como distintas formas de sinónimos.

Y siempre luchó contra aquellas que no le gustaban

Débil, fue la primera palabra que conoció como una descripción de Hinata, y como consecuencia, los adultos usaban "patética".

Su clan, luego de asegurarse de que esas eran las palabras adecuadas para referirse a ella, adicionaron una más: vergüenza.

Hinata, en sus primeros años, fue débil, patética y la vergüenza de su clan.

Pero ella estaba segura, muy segura, de que podría ser algo más si se lo proponía; porque había visto a un chico, que brillaba más que el mismo sol y que desde el primer instante, le enseñó que podría ser lo que quisiera, si se lo proponía.

Naruto.

La rama que pisó se quebró y cayó; se levantó rápidamente, sin importar el dolor, y continuó.

Todo lo que necesitaba era avanzar, seguir, moverse...

Y huir.

Luego, ingresó a la academia; y la esperanza de ser mejor, de cambiar, era todo lo que la motivaba. Pero nuevamente llegaron aquellas palabras que la calificaban.

Tímida, era como la llamaban sus pares; dulce, le decían sus compañeras más amables.

Y si bien, no eran malas palabras, no eran las que ella necesitaba. No era lo que buscaba para ser reconocida; para que su padre la mirara de otra forma, para que el orgullo se reflejara en sus ojos junto con ella.

Kiba y Shino, fueron los primeros que agregaron otras palabras, aquellas que le hacían sentir orgullosa; palabras que ella atesoró. Porque ellos realmente la habían visto; ella había dejado de ser invisible con ellos.

Inteligente, fue la primera al finalizar una misión en equipo; compañera, salió de forma natural; hermana, fue parte de un sentimiento entre ellos que creció con el tiempo. Aquellas palabras fueron la chispa de su cambio, el impulso faltante, la confianza que necesitaba.

Shino le abrió los ojos, enseñándole que de aquellas palabras que ella rehuía, podrían ser su mejor arma contra un enemigo; que eran el impulso para que ella lograra lo que quisiera. Y Kiba, fue la fuerza, el viento que avivó el fuego para que creciera.

Porque ellos se volvieron su familia, y los ojos que ella quería que la vieran con orgullo.

Y aquel sol que conoció cuando niña, que brillaba más que nadie, continuaba constante en su vida; calando en lo más profundo de su corazón, pero no la veía.

El sol nunca miraba a la luna.

Con su respiración agitada, por aquella larga carrera, bajó un poco el ritmo, pero continuó.

El pasto salvaje del bosque crujía a su paso y su cabello danzaba como una estela oscura a su siga.

Todo lo que necesitaba era avanzar, seguir, moverse...

La luna y la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora