Capítulo VIII

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Letra cursiva habla del pasado.

La camioneta estacionó justo delante de una casa de dos pisos, el pueblo no había cambiado casi en nada, los caminos de grava aún estaban ahí, lo pintoresco del mismo prevalecía y se sentía en casa.

Sus ojos seguían hinchados y un ligero moretón estaba sobre su mejilla y labio, producto del último golpe de JungKook, sus manos aún estaba aferradas a su vientre... protegiendo a su bebé.

De pronto la puerta fue abierta y un chillido escapó de sus labios cuándo uno de los hombres del Jeon tiró de su muñeca con bastante fuerza, incluso tropezando al bajar y golpeando parte de su cabeza con la puerta de la camioneta, el hombre ni se inmutó cuándo siguió tirando de su menudo cuerpo.

— Aquí vas a vivir, yo me iré en una hora o menos, tengo negocios qué atender —no lo miraba, el Jeon parecía más entretenido en su móvil, el gorila tiró de nueva cuenta de su muñeca hasta hacerlo atravesar el umbral de su nueva casa, la misma estaba vacía, no había ni siquiera un mueble.

— Deberías tener más cuidado, a quién estás sujetando con fuerza es al esposo de tú jefe aunque no te guste —sus ojos observaron a un hombre joven, lo reconocía, era de la familia Kim, la más leal ante los Jeon.

El castaño miró a JungKook quién sólo dió media vuelta, el gorila lo soltó y pronto se sintió solo, los hombres de su esposo le miraban con asco, incluso con burla y no lo entendía, no lo hacía, él solo...

— Kim TaeHyung, estoy a cargo de tú seguridad y la del pequeño Jeon —y justo en ése momento decidió aferrarse a qué alguien le creía... a qué alguien no lo llamaba mentiroso.

...

Sus manos apretaron su poleron temblando un poco de frío mientras bajaba los escalones de su nuevo hogar cuándo escuchó el sonido de algo estrellándose contra una de las paredes, sus ojos se abrieron en grande cuándo miró a JungKook.

De pronto esté le miró y tembló, estaba... ebrio, sus ojos ligeramente rojos, su mandíbula tensa, su esposo fue más rápido al acercarse dónde él, una de sus manos en su mentón y entonces lo notó, estaba bastante alcoholizado que le sorprendía aún pudiera mantenerse en pie correctamente.

— JiMin, perdóname bebé... —y todo su cuerpo se tenso por completo cuándo su esposo cayó de rodillas, abrazando su vientre y entonces lo sintió... estaba llorando, JungKook lloraba por alguien más, por alguien qué nunca sería él.

El Jeon murmuró algo más, algo que probablemente eran palabras de amor, algo que se clavaba con saña en su corazón y que impedía respirará bien, sus ojos no mostraban ya nada, incluso no podían derramar ya lágrimas... había llegado a su límite.

Finalmente lo había aceptado, después de años, qué el Jeon le había dejado de amar.

...

— ¡Mira TaeHyung, a SooBin le va a encantar! ¡Y mira, son dos! —el Kim le miró con suavidad antes de sonreírle en grande, su sonrisa cuadrada era tan bonita y hacía qué su corazón se sintiera tan cálido.

En sus pequeñas manitas sostenía dos pequeños osos, los mismos tenían gorritos y estaban recostados y entrelazados entre ambos, una luna servía de pequeña camita para los mismos, había decidido qué éstos acompañaran a su bebé en sus noches así que no dudó cuando agregó éstos al pequeño carrito de compras.

What If [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora