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Victoria

Sonaba lindo

Jadelyn sonrió al recordar a la chica con ese nombre. Parecía ser alguien agradable. Sabía que solo habían intercambiado unas cuantas palabras antes de que sus padres llegaran por ella al lugar del campamento unas horas atrás pero aún así no podía evitar emocionarse por aquello. La gente no solía acercarse a ella porque temían que la castaña fuera a ser grosera con ellos, pero ella no era así, solamente era muy tímida.

Acostada en su cama y mirando hacia el techo, se preguntaba a sí misma si al día siguiente Victoria volvería a hablarle, o si al igual que todos se aburriría de ella y simplemente la ignoraría como si nunca se hubieran hablado. Estaba ansiosa por que llegara el siguiente día solo para averiguarlo, tanto así que apenas pudo dormir por la noche.

A la tarde siguiente, llena de nervios y emoción alistó sus cosas luego de comer con sus padres, lista para lo que le esperaba ese día.

Para Jacob y Emma fue un alivio ver a su pequeña hija tan entusiasmada por volver al campamento, ya que temían que las cosas no salieran bien y que Jadelyn terminara recibiendo más sufrimiento que cosas positivas de aquel lugar.

-¿Lista? -preguntó su papá metiendo la mochila a los asientos traseros de la camioneta.

-Lista.

*****

-¡Hola! -dijo Victoria inmediatamente al ver a Jadelyn ingresar a la cabaña de la entrada.

-Hola. -contestó ella con timidez, sorprendida de que la morena le hubiera hablado de nuevo, pero feliz al mismo tiempo.

-Creí que hoy no vendrías, ya casi es hora de que empiece la clase de deportes.

-Faltan como diez minutos para que empiece. -la castaña no pudo no reírse por la impaciencia de su, al parecer nueva amiga, quien miró el reloj en su muñeca para confirmar los dicho por la más alta.

-Oh, tienes razón. Debió haberme confundido el que mi mamá me trajera más temprano de lo que debía. Todo por mi hermana que la quería de vuelta en casa temprano.

-¿Tienes una hermana?

-Sí. Es mayor que yo, y la quiero pero a veces suele ser un poco...

-¿Molesta?

-Sí...

Para ese punto, luego de una pequeña caminata ambas se encontraban sentadas debajo de un árbol del campo de afuera, Victoria en frente de Jadelyn y cada una cómoda con la presencia de la otra.

-Yo quisiera tener una hermana. -dijo Jadelyn después de unos segundos de silencio.

-¿Eres hija única?

-Sí. Por el momento. En un mes mi mamá tendrá un bebé.

-Wow, eso es muy lindo, muchas felicidades Jadelyn. -su grande sonrisa y su mirada profunda provocaron que su nueva amiga se ruborizara al instante al no estar acostumbrada a recibir ese tipo de tratos por personas que no fueran su familia, y su pálida piel solo lo hacía más visible. -Creo que ya es hora de irnos, ya se están formando todos en la cancha.

-Vamos.

Una vez que se levantaron y se sacudieron la tierra de los pantalones casi por instinto, entre risas y pláticas se dirigieron juntas hacia donde estaban el resto de sus compañeros.

A partir de ese día una fuerte amistad comenzó a formarse entre Jadelyn y Victoria, dos personas totalmente diferentes. Pero eran esas diferencias las que las hacían cada vez más unidas, porque mientras Victoria hablaba sin parar, Jadelyn la escuchaba atenta a cada una de sus palabras, aconsejándola de mejor manera posible cada que la morena tenía algún problema, por muy pequeño que fuera.

Por otro lado, era Victoria quien siempre animaba a Jadelyn a atreverse a cosas nuevas, a darle valor cuando algo la asustaba, y a hacerle ver de forma indirecta que su forma de ser no tenía nada de malo, porque nunca parecía aburrirse de ella a pesar de su falta de temas de conversación cada tarde.

Cada vez se les podía ver más cercanas en el campamento. A diario se juntaban en cada una de las clases y siempre estaban hablando de cualquier cosa que se les pudiera ocurrir. Desde lo que habían almorzado en la mañana, hasta la razón por la que habían llorado (en caso de que lo hubieran hecho).

Jadelyn siempre había soñado con tener una mejor amiga, y ahora se sentía la persona más afortunada del universo porque Victoria se había convertido en la suya.

No es que nunca hubiera tenido un amigo. Cuando era más pequeña jugaba con varias niñas de su escuela o de su vecindario, pero conforme iba creciendo, cada vez se sentía más sola porque su timidez siempre la hacía alejarse de las personas que la rodeaban. Y por primera vez en su vida podía confiar totalmente en alguien y mostrarse tal y como era sin temor a ser juzgada.

La pequeña de ojos azules por fin era feliz. Tenía a los padres más amorosos del mundo, estaba a días de conocer a su nuevo hermanito, y además tenía a la mejor amiga del mundo. No podía pedir otra cosa más en ese momento.

Pero lamentablemente las cosas buenas no son para siempre, y Jadelyn se daría cuenta de aquello de la peor manera posible.

¿Me recuerdas? (Jori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora