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Elizabeth.

Estoy metiéndome en problemas, lose perfectamente y aun así lo tomo como si no me importara o simplemente es la curiosidad, pero aquí estoy, saliendo del convento y siguiendo a la hermana Melascula al cementerio a no se que hora de la madrugada. Ella al parecer lo toma algo normal ir al cementerio, pero yo no, mejor dicho, nadie sale por la noche al cementerio a saludar a los muertos y quien sabe si ellos te responden.

Melascula iba delante mío con una lampara y yo a unos pocos pasos detrás de ella, la luna nos ayudaba iluminando algunas partes del bosque por encima de las copas de los arboles; aun así,  eso no era suficiente con el ambiente tenebroso y la oscuridad que hay mas allá, mis ojos recorrían con cautela a los alrededores por si miraba mas que solo árboles y algunos animales, había un silencio inmenso sin contar nuestros pasos suaves y delicados. Tengo una opresión en el pecho desde que nos alejamos del convento y este sigue creciendo a medida que avanzamos.

Las madres no son las únicas que tienen un sexto sentido, en realidad, somos todas la mujeres.

Las palabras que me dijo una vez la madre superior en Liones vinieron a mi mente en este momento y eso solo aumento más la presión en mi pecho.

Todo saldrá bien Elizabeth, todo saldrá bien.

Cruzamos un poco más en el bosque hasta ver un portón de rejas a lo lejos, eran altas y tenían dos faroles a los costados y en la parte superior del portón decia "Cementerio de Danafort", a mirar el interior el corazón me palpito como bomba al ver la semejante oscuridad y la cantidad de tumbas que se podía ver a lo lejos en una colina. La hermana a mi lado soltó una risilla y me palmeo el hombro como diciendo: "todo estará bien". Y espero que así sea.

—No perdamos más tiempo, sigamos.—Abrió el portón y caminó a paso seguro al interior.

Dios, Dios, Dios, Dios. Solté un suspiro tembloroso y atrevese el portón y camine a la par de la hermana Melascula para no tener que apartarme mucho de la única luz que ilumina el camino. Pregunte varias veces porqué estamos aquí y a quien vamos a ver, sin embargo, no obtuve las respuestas que quería. Así que decidí callarme. Mientras más caminabamos podía ver algunas lápidas cruzarse por distintos caminos (que era de tierra y pasto), era enorme la cantidad de tumbas que se extendía, algunas recientes por los vampiros. Los distintos caminos que se esparcian daban el toque de un espelunante laberinto.

La hermana Melascula cruzo por un camino que se perdían entre los árboles, estaba a punto de seguirla cuando mi pie pisa  algo suave y que crugio bajo mi peso, me sobresalte un poco y dirigí mi mirada al suelo encontrándome con una rosa roja, me agache y al momento de agarrarla una extraña sensación se apoderó de mí, por un impulso de saber a donde iba camine por una pequeña colina un tanto alejada que le rodeaba una cerca y en donde había una tumba con rosas negras y rojas rodeándola, mi pies se detuvieron cuando estuve bastante cerca de esta y dejé de respirar al ver que estaba abierta y se veía el descompuesto cuerpo de la persona con algunos gusanos, el olor a descomposición que emanaba era muy fuerte, aun así no me tape la nariz. Era abrumador ver la carne donde los gusanos comen y algunos huesos en especial el de su rostro donde ya no tiene la carne de la piel.

Lo que me llamó la atención fue la rosa negra que tenía enterrada en en la tráquea de su cuello.

Mis ojos se dirigieron al nombre que tenía en la lápida y de quien pertenecía a la persona, que al parecer, era una mujer.

''En memoria de:
Lizbeth Goddess''

''Luz atrapada en la oscuridad, ángel que convivo con el demonio que tu alma descaze en paz".

Un Pecado ReligiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora