Noche Salvaje

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Natalia caminaba con una seguridad inusual para alguien como ella, que siempre había sido tímida, pero era como si la presencia del Príncipe de su lado, le inyectara una confianza distinta, aunque también podía ser el hecho de que tenía en su interior un secreto que vibraba de acuerdo a los designios del Príncipe, que camino de la mano de la chica hasta llegar a un lugar dónde había varias personas con bicicletas a su alrededor.

---- ¿Qué vamos a hacer aquí? ---- Preguntó Natalia nerviosa, de ver a todas las personas prepararse para montar aquellos vehículos tan clásicos.

---- ¿No es obvio? ---- Respondió el Príncipe ---- Vamos a andar en bicicleta---- Dijo con una sonrisa, mientras se acercaba a uno de los encargados del paseo nocturno, quien al reconocerlo trajo una bicicleta bastante alta de color negro con líneas rojas.

---- ¿Dónde me sentaré yo? ---- Preguntó Natalia, acostumbrada a viajar en su propia bicicleta.

---- Donde se sienta una dama para un paseo nocturno como este---- Contestó el Príncipe, tomando su posición como piloto de la bicicleta y ayudando a Natalia a sentarse de costado en el asiento alargado de la parte de atrás, balanceando sus piernas para no perder el equilibrio y girándose un poco para abrazar al Príncipe, mientras que este colocaba una bocina pequeña en la bicicleta y la vinculaba a su teléfono, inundando por un momento el lugar con la música suave de su preferencia y mientras que todos los demás participantes arrancaban con un ritmo furioso, Natalia y su Príncipe se comenzaron a deslizar sobre el asfalto con la misma delicadeza que un par de patinadores, mientras que las luces de la calle acoplada para tal fin, comenzó a iluminar de forma intermitente el rostro de Natalia, quien observaba la ciudad por primera vez desde su llegada con ese nivel de pasión.

---- Gracias---- Dijo Natalia alzando la voz

---- Y a penas comenzamos---- Le contestó el Príncipe, mientras una sonrisa pícara se dibujaba sobre su rostro.

Natalia sintió como el ritmo del vibrador en su interior se vinculaba con los acordes de la música que había puesto el Príncipe, sintiendo una excitación en los movimientos de la bicicleta y de compartir un momento íntimo de tan romántica naturaleza. Subiendo por las calles inclinadas y dejándose caer por las pendientes de las mismas, mientras que, a su alrededor, el mundo los miraba sólo como una pareja que disfrutaba de un pase romántico y ella sentía, el placer del sexo y la presencia de su pareja. Esquivando los baches y topes y mirando al Príncipe, disfrutar del paseo, mientras hablaban de cosas irrelevantes y a la vez exploraban la naturaleza de su propia relación.

Desde que Natalia había llegado a la ciudad, se la había pasado de bar en bar, conociendo los lugares más importantes y los puentes entre su antiguo mundo en un pueblo pequeño y las maravillas de una ciudad con grandes espectáculos, con conciertos, con obras de teatro y un mundo salvaje por conocer y se sorprendió así misma disfrutando de un momento tan cercano a casa, tan íntimo para ella, un momento que solo disfrutaban ellos dos, viendo los coches en la autopista que pasaban a su propio ritmo, viendo la luna brillar por arriba de sus cabezas y sintiéndose diminutos mientras la observaban. Llegando a un pequeño jardín que se extendía con actividades musicales y por supuesto con shows e interpretaciones del espacio cultural en el que se encontraban. Por primera vez Natalia se sintió bienvenida en la ciudad y abrazando con dulzura la espalda del Príncipe, por primera vez en su vida, deseo que un momento fuera verdaderamente eterno.

Regresaron al punto de partida y fue hasta que Natalia se bajó de la bicicleta que percibió que tan mojada estaba realmente, sintiendo como sus medias se humedecían y sus piernas por un momento flaquearon dándole oportunidad al Príncipe de detenerla y sujetarla con una inusual dulzura y Natalia se preguntó si aquel era el verdadero Príncipe, un hombre caballeroso que aunque nunca decía su nombre, se podía percibir un sentimiento hermoso de su trato y la vez perverso de su ser, una combinación exquisita entre el hombre dulce y noble que siempre quiso y una expresión sorpresiva de la perversidad que no sabía que necesitaba en su vida.

La Amante del Príncipe 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora