Kakegurui no Queen - Kakegurui × OC. [FINALIZADO]

Insano.

El agua de aquella bañera otra vez estaba cubriendo mis vías respiratorias.

Estaba terminando de tomar mi baño, me tocaba lavar mi rostro y prefería hacerlo en aquel agua con extractos de rosas. Fue una pésima desición.

El pánico comenzó a afectarme, dejándome en un estado de parálisis inmediato, el cual terminó por evitar que pueda respirar.
Los recuerdos comenzaron poco a poco a carcomer mis pensamientos hasta tal punto de perder la consciencia.

[Flashback.]

— Rei, vamos a pasear con Bami, ¡di que si! –sonrió la albina, tomando con una de sus manos las de la rubia y con la otra la correa de aquel can.

— Está bien, Nana... Espero que no nos regañen. –suspiró Rei con pesadez, temía que algo malo les pasara.

Las manos de la albina sostenían firmemente las de la rubia, mientras caminaban a paso veloz por los jardines de aquella mansión.
La felicidad brotaba de sus miradas, eran realmente felices al estar la una con la otra.

Esa felicidad que Rei amaba tanto que la albina tenga, se vio afectada para siempre, dejando una mancha oscura en la vida de Mina.

Aquella chica de orbes rojos corría por los jardines, haciendo caso omiso a las indicaciones de no salir que su padre le había dado.
Si supiera cuánto se arrepentirá en el futuro...

Unas manos rodearon el cuello de la niña de apenas cuatro años de edad, provocando que su mano derecha suelte la correa del can y trate de dirigirse a las costillas contrarias.

A Rei simplemente le bastó con escuchar un grito agudo para dirigirse corriendo hasta donde estaba la niña de cuatro años.
La imagen que vio fue desgarradora. Una Mina tratando de zafarse de ser ahorcada por su propio padre, con su única mano hábil fracturada se presentó frente a sus ojos.

Aquel hombre de cabello color blanco dirigió su vista hacia la rubia, dedicándole una mirada llena de odio.

— Si no quieres terminar como ella te recomendaría no meterte, niña. –advirtió. Pero la menor de los Batsubami no parecía querer ceder, incluso acercándose más empuñando una ramita y tratando de alejar al señor de su amiga con la misma.

En ese momento comprendió que era débil ante los ojos ajenos, que no significaba nada para la sociedad y que simplemente su familia fue bienvenida por ser las menores de las mismas, amigas.
Comprendió que por más que intente, si seguía insistiendo, terminarían asesinándola a ella y a la pequeña peliblanca.

Cuando Anastasia recobró la consciencia, se encontraba recostada en la cama de su cuarto com un agudo dolor en el pecho.
Aquel sueño le hizo replantearse su existencia misma, el por qué a seguir viviendo, el por qué a arrastrar a tanta gente a sus miserias.

Por primera vez en mucho tiempo, miró con anhelo aquellas tijeras en su mesita de noche, queriendo terminar con todo. Los recuerdos del pasado comenzaban a surtir efecto otra vez.

Estiró su brazo lo más que pudo, consiguiendo tomar con una mano aquel cortante.

— Vamos, ya nos has cortado de esa forma muchísimas veces, ¿cuál sería el problema en cobrar un poquito de tu misma moneda? –habló un hombre de unos veintitantos, con cabellos azabaches. Era el hombre que mató aquella vez, torturándola junto a sus demás víctimas pasadas.
Era tanto la agonía que comenzaba a alucinar, veía frente a ella a sus víctimas.

Acercó las tijeras hasta llegar a la zona de sus muñecas, en la cual se detuvo por unos momentos.
— No, muy notorio.
Dirigió las mismas, ya abiertas hacia su pecho desnudo, acercando peligrosamente el filo de éste hacia la zona de las costillas.

Justo al comenzar a hacer presión, como si de un ángel se tratara, apareció aquella mujer que sin dudas estuvo esperando por mucho tiempo.

— Nana, ¿qué se supone que estás haciendo?

Nakska les dije que iba a actualizar seguido y lo hago cada doscientos años, gomen. Les debo explicaciones, aunque no las tengo.
¡Volví a tener inspiración! Se vienen caps nuevos...

—Noya's out.