Apolo, Dios del Sol, la Música y la Curación, cometió un pequeñito error: confundió a dos de sus hijas y fueron a parar a campamentos equivocados.
Y para arreglar su insignificante falta, pide ayuda a la única persona que sabe puede asistirlo, aunq...
“¿Saben lo difícil que es encontrarlos?” preguntó Nanaba mientras caminaba por la Bahía de los Fuegos artificiales donde se encontraban Erwin y Levi sentados en la playa. Al llegar a su destino, se sentó a un lado de Erwin. “Creí que eras alérgico al sol.” Comentó viendo a Levi.
“Soy alérgico a los estúpidos y a las estupideces.” Respondió el hijo de Hades.
“Entonces no entiendo cómo es que eres amigo de Hange.” Soltó ella.
“Ah, para esas estupideces tiene todas sus vacunas” Dijo Erwin, haciendo reír a Nanaba y sacándole una pequeña sonrisa a Levi.
Los tres se quedaron en silencio, cada uno con un mismo pensamiento en la cabeza: que extrañaban a Hange con todo y sus estupideces.
“¿Nos buscabas para algo, Nana?” Inquirió Erwin rompiendo el hielo.
“Sí, ¿qué se traen con Frieda?” Nanaba preguntó yendo directo al punto.
De inmediato notó la mirada que sus compañeros compartieron dándole respuesta a su pregunta de que después de todo, si se traían algo esos tres.
“¿Qué nos traemos de qué? No nos traemos nada.” Respondió Levi sin interés.
Nanaba levantó una ceja. “No me mientas, Ackerman. Los vi en la mañana bajando de las cabañas los tres juntos.”
“¿Que no podemos ser amigos y ya?” La chica dejó escapar una risita sarcástica al escucharlo.
“Si no fuera porque tengo 4 años de conocerte y saber que a los únicos seres vivos que les hablas son Hange y Erwin, te lo creería.” Volteó a ver a Erwin, que parecía estar muy concentrado contando granos de arena. “Hablen.”
Nuevamente vio como los chicos intercambiaban una mirada. Finalmente, Erwin volteó a verla.
“Tienes que jurar por el Estigio no decirle a nadie.” Le dijo el hijo de Zeus con seriedad y se dio cuenta de que las cosas eran más complicadas de lo que creyó. Todos sabían lo que significaba jurar por el Estigio y romper la promesa: una muerte segura y pasar la eternidad en las aguas del río Estigio en el Inframundo.
“¿Así de grave la situación?” preguntó con cierto miedo.
“Sin juramento, no hay respuestas, Nanaba.” Respondió Levi.
Ella suspiró y cerró los ojos. “Juro por el Estigio no decir nada de lo que me digan.”
La respuesta a su juramento fue un trueno que hizo que se le erizara la piel y sintiera que firmó un pacto con el demonio. En este caso, con la ninfa del Estigio. Abrió los ojos de nuevo y espero a que sus compañeros dijeran algo.
Erwin a su lado suspiró. “Nana, esto será difícil de entender y aún sigue siendo una teoría, pero estamos en un 70% seguros de que existe otro campamento con semidioses.”
Nanaba frunció el ceño. “¿Y eso por qué debería ser difícil de entender? Quiero decir, se supone que todos llegan a este lugar y el que exista otro no tiene sentido, pero… es bueno, ¿no? Hay otro lugar al que pueden llegar.”
“Lo que Erwin no te ha dicho, es que el campamento probablemente sea de semidioses romanos.” Agregó Levi.
Nanaba abrió la boca y la volvió a cerrar. ¿Estaba escuchando bien y Levi había dicho semidioses romanos? Eso en su cabeza no sonaba bien, sonaba a problemas y muy grandes. Si algo había aprendido en clases de historia, era que los romanos nunca gustaron de las formas griegas y que, con la llegada del imperio, no solo los habían conquistado como pueblo, también les habían robado a sus deidades.
Podía imaginar hijos de Marte y podría jurar nuevamente por el Estigio que serían más insoportables que sus hermanos y hermanas. Mucho más militarizados. Los romanos se habían hecho famosos por ser estrictos y unos excelentes estrategas, no por nada habían logrado ser un poderoso imperio.
Y si esa era la teoría, ¿significaba que Frieda venía de ese campamento y que ahora Hange estaba ahí?
Se sintió en pánico de solo imaginar a Hange en un lugar así. La conocía y ella era un alma libre que no gustaba mucho de seguir reglas; era demasiado excéntrica como para encajar en un lugar así. Y ahora entendía porque Frieda se comportaba tan correcta y propia, claramente lo tenía en el sistema.
También entendió el porque su tatuaje le causaba problemas: SPQR había sido el lema del imperio. Con eso, no necesitaban teorizar, parecía un hecho que existía dicho lugar.
“¿Nanaba? Di algo que nos estás preocupando.” Dijo Erwin a su lado.
Ella exhaló antes de poder hablar. “¿Cómo llegaron a esa teoría? ¿Fue por el tatuaje de Frieda?”
“De hecho, la teníamos desde antes…” comentó Erwin.
“¿Qué tan antes?”
“Desde la desaparición de Hange.” Respondió Levi. La expresión de Nanaba le exigió una explicación. “Cuando Hange desapareció fui a ver a mi padre en busca de ayuda, por alguna razón desconocida, mi madrastra aceptó ayudar en mi petición. Antes de regresar al campamento mi padre me dijo, básicamente, que su apariencia no era la única que tenía y cuando su esposa vino a verme, me dijo de la llegada de Frieda una semana antes de que apareciera y también me dijo que no debería ignorarla.”
“Por eso decidiste ser su guía. Ya decía yo que no era normal.” Nanaba dijo con seguridad.
“Sí y no.” Dijo Levi. “A su llegada, todos fueron unos hijos de pu…”
“Lenguaje.” Interrumpió Erwin.
“Como jodes con tu lenguaje, Capitán América.”
Cuando Nanaba escuchó eso, comenzó a reírse de manera desquiciada. Cayó en la arena llevándose las manos al estómago cuando empezó a dolerle y lágrimas se hicieron presentes en sus ojos. Luego de un par de minutos, empezó a tranquilizarse.
“Ay… perdón.” Dijo tratando de controlarse y viendo a Erwin. “Es que sí te pareces a él, y si le sumamos que también usas Égida para defenderte, es mucho más gracioso.” Y Nanaba empezó a reírse de nuevo.
“Nanaba, si no dejas de reírte te voy a castigar.” La amenazó Erwin.
“También castiga a Levi, fue su culpa.” Se quejó ella mientras limpiaba las lágrimas en sus ojos. “Ok, ya estoy bien y a lo que trataste de decir, Levi, tienes razón, no nos compartamos de manera amigable con Frieda, pero no fue nuestra culpa, el tatuaje en su brazo de alguna manera nos hizo verla y sentir recelo. Sé que es amable y es posible que si la trato me agrade, pero no pueden juzgarnos por reaccionar como lo hicimos, está en nuestra naturaleza griega no confiar en un romano.”
“Y aparentemente tampoco en un hijo del Dios del Inframundo.” Apuntó Levi. “La tratan igual que a mí y ella no le ha lanzado esqueletos a nadie.”
“Si se sigue juntando contigo algo me dice que eventualmente aprenderá.” Comentó Nanaba con una pequeña sonrisa. “A Hange poquito le faltaba para hacerlo.” Nuevamente se quedaron en silencio. “¿Creen que Hange esté bien? Quiero decir, si suponemos que está en un campamento romano.”
“Quiero pensar que lo está y que los está volviendo locos a todos.” Dijo Erwin con una sonrisa.
“La vamos a encontrar.” Aseguró Levi.
Los otros dos asintieron, seguros de que lo harían, así no fuese a ser una tarea fácil.
De la nada, un grito de auxilio llegó a sus oídos. Los tres se pusieron de pie en alerta, el sonido había provenido del bosque del norte y si algo sabían todos, era que entrar al bosque no era buena idea. Una figura apareció y al verlos empezó a correr hacía ellos. Conforme se acercaba, lograron reconocer quién era.
“¿Esa es Frieda?” preguntó Nanaba.
Los tres corrieron en su dirección y al estar más cerca, ella se dejó caer en la arena, claramente agotada. Traía el cabello revuelto, una pequeña cortada en la mejilla y la ropa llena de tierra, fuera de eso, estaba ilesa. Erwin se acercó a ella para ayudarla a ponerse de pie, pero Frieda le hizo una seña con la mano de que necesitaba descansar un momento.
“¿Qué te pasó?” preguntó Levi.
Frieda volteó a verlo, pero no parecía poder hablar a falta de aire.
“Respira por la nariz y exhala por la boca.” Le instruyó Erwin y poco a poco empezó a respirar mejor.
“Una… una chica se… me acercó luego de… la clase de griego…” comenzó a explicar. “Dijo quería conocerme… acepté ir con ella y nos dirigimos al bosque. Luego de caminar un rato ya no se veía el campamento y de la nada me atacó empezando a decir cosas sin sentido.”
“¿Qué te dijo?” preguntó Erwin.
“Que… que sabía mi juego, que era una oportunista y que les mentía para causar lástima con lo de mi falta de memoria. Que no iba a permitir que me volviera en la nueva Hange… ¿Quién es Hange?”
“La novia de Levi.” Respondió Nanaba con tranquilidad, ganándose una mirada de odio del aludido. “Ah, es verdad, nunca le has dicho que la amas.”
“Te lo advierto…” le habló Levi en tono molesto.
“Si, si… como si no fuera un secreto a voces” dijo ella moviendo la mano restándole importancia al asunto y regresó su atención a Frieda. “¿Te dijo como se llama?”
La chica asintió. “Nanaba.”
Erwin y Levi voltearon a ver a Nanaba al mismo tiempo.
“¡Obviamente no fui yo!” exclamó. “Desde que salí del Búnker Nueve he estado aquí.”
“¿Tú también te llamas Nanaba?” preguntó Frieda que finalmente había aceptado la ayuda de Erwin para poner se de pie.
“Yo soy la única Nanaba aquí. ¿Recuerdas como era la chica?”
“Mmm, tenía el cabello rubio recogido en una coleta, sus ojos eran verdes. Logré escapar cuando la ataqué con esto.” Levantó la mano izquierda mostrando un cuchillo de caza. “Lo saqué de su bota al intentar esquivar uno de sus golpes.”
Nanaba reconoció el objeto de inmediato. Ahora sí su hermana se había pasado.
“Ya sé quién te atacó.” Dijo con seriedad y volteó a ver a Erwin. “Fue Traute, ese cuchillo de caza es de ella.”
“Tu hermana favorita ataca de nuevo.” Comentó Levi con sarcasmo. Nanaba no le respondió.
“Debemos acusarla con Quirón, Traute ahora sí cruzó la línea.” Dijo Erwin molesto.
Nanaba suspiró con pesar. “Yo te recomendaría que no. Sin afán de ofender a Frieda, nadie le va a creer aunque acuse a la loca de Traute. Les recuerdo que es la recién llegada que nadie quiere.”
“Gracias.” Murmuró Frieda. “Pero estoy de acuerdo, de hecho, fue una de las cosas que me gritó luego de hacerle un corte en la pierna y salir corriendo, que nadie me iba a creer.”
Los tres vieron a la hija de Apolo con sorpresa.
“¿Lograste herirla?” preguntó Nanaba con más emoción de la que debería.
Había varias personas en el campamento con habilidades sorprendentes en combate y una de ellas era Traute. Frieda asintió.
“Su estilo de pelea es raro, se enfoca en atacar, pero noté que no en defenderse, en especial las piernas.” Explicó Frieda con el ceño levemente fruncido. “Fue fácil atacarla cuando tuve con qué.”
“Pero lo hiciste con un cuchillo de caza, eso no tiene sentido. Solo las Cazadoras de Artemisia saben usarlo en combate. No como Traute que lo carga para intimidar y despellejar ardillas” Dijo Levi. Él de primera mano sabía que esas chicas eran letales con un par de cuchillos en las manos.
Frieda se encogió de hombros. “Supongo que fue un reflejo ya que necesitaba huir.”
“Como hija de Ares…” empezó a decir Nanaba. “Los reflejos de combate se dan naturales con una espada o una lanza, no con un cuchillo de caza.”
Sin decir más avanzó hacia Frieda, la tomó de la muñeca y la empezó a jalar.
“Nanaba, ¿qué haces?” preguntó Erwin mientras él y Levi las seguían.
“¿Qué creen ustedes? Conseguirle unos cuchillos de caza a Frieda y ver si solo reaccionó o fue otra cosa.” Respondió con una sonrisa.
Nadie se opuso, dado que todos tenían curiosidad por saber. Incluida Frieda, ya que eso podría ser parte de su pasado olvidado.
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*Nanaba*: Shame a todos los que creyeron yo ataque a Frieda, jamás lastimaria a una mosca...
*Erwin tosiendo*: Le dejaste un ojo morado a Floch.
*Nanaba*: Es mi hermano, tengo derecho a hacerlo.
*Levi*: Apúrense a despedir esta mierda... No me veas así Erwin, 'mierda' no es una mala palabra.
*Erwin suspira*: Bueno, gracias a todos por leer, Sayrii nos pidió leyeran también el anuncio que publicó, aparentemente hay información referente a la historia...
*Levi*: ¿Ya nos dirá dónde esta Hange?
*Nanaba*: Quién lo diría, el Grinch cree en Santa.