Capítulo 22.- No volver a hacerlo.

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Yelena fue llevada a la enfermería, donde fue recibida por una muy enojada Lena, que pedía explicaciones de por qué la chica estaba con la temperatura a tope y con un serio caso de sarampión.

En la pequeña oficina de la enfermería estaban Zeke, Willy, Pieck, Lena y Hange.

“Necesito detalles precisos de qué pasó, nadie se enferma a ese nivel de sarampión, que hasta donde sé, es una enfermedad no presente en este lugar.” Dijo Lena.

Hange sintió la mirada de Pieck sobre él. La chica no había dicho nada de lo que había pasado, dado que seguía sin entenderlo. Incluso Hange no estaba muy seguro de lo que había sucedido, pero era consciente de que él era el causante de todo; él y su ataque de rabia.

“Fui yo.” Dijo finalmente.

Todos voltearon a verlo como si se hubiera vuelto loco.

“¿Tú qué?” preguntó Zeke.

Hange volteó a verlo.

“Yo le hice eso a Yelena, yo la enfermé, pero no tengo idea de cómo lo hice.” Reconoció Hange. “Me tenía acorralado, estaba furiosa porque aparentemente tengo un plan maquiavélico del que no estoy enterado para conquistarte y… y luego cuando me dijo que decidió volverse Vlad Tepes y empalarme con una lanza, perdí el control, la tomé del rostro y quise lastimarla. Estaba furioso, quería hacerla sufrir. De no haber sido por Pieck, no sé qué habría terminado de pasar.”

Un nada reconfortante silencio digno de un panteón se apoderó de la habitación. Lena se dejó caer en su silla observando a Hange. De hecho, todos lo miraban, pues no podían creer que el chico tuviera el nervio para lastimar a alguien. Claro, en más de una ocasión había querido darle un batazo a una estatua de Término, pero era de cierta manera, un objeto y listo, no un ser humano.

“Oh, por lo Dioses…” Dijo Lena de pronto. “Creo que ya sé lo que pasó.”

“¿Hange tiene sarampión y nos va a contagiar a todos?” preguntó Willy. Lena le lanzó una mirada asesina.

“No, bruto. Ni siquiera Yelena nos puede contagiar, ahora que lo pienso… creo, no estoy segura, pero Hange no es tan fuerte, así que creo estamos bien.”

“Lena, explícate.” Pidió Zeke, pues Lena parecía estar más hablando consigo misma, que con los presentes.

La chica soltó un suspiro y se acomodó en su silla.

“Ok, todo el mundo conoce a Apolo como el Dios del Sol y la medicina… aunque esto último no es correcto, el Dios de la medicina es Esculapio, es un error común que la gente comete…”

“Lena, focus.” Interrumpió Pieck.

“Sí, ya. Entonces, Apolo es eso, pero, la gente olvida que, aparte de ser el Dios de la sanación, es… el Dios de las enfermedades y las plagas.”

Otro silencio se asentó en la habitación.

“Entonces, ¿qué?” preguntó Willy de nuevo. “¿Hange nos va a contagiar una enfermedad cada que se moleste?”

Lena rodo los ojos. “El peróxido te dañó las neuronas, Willy. Me da vergüenza decir que eres mi hermano. Por supuesto que no va a pasar eso, Hange tendría que estar realmente enojado para poder hacerlo, como imagino lo estuvo cuando Yelena le dijo que intentó asesinarlo en un ataque de celos.”

“¿Disculpa? Yo soy rubio natural.” Respondió Willy indignado.

“¿En serio, Willy? De todo lo que dijo Lena, te quedas con el insulto a tu estúpido cabello.” Se quejó Pieck. “¿Nadie va a hablar de lo que Yelena hizo? Sé que en estos momentos esta inconsciente en la otra habitación, pero intentó matar a alguien, debe ser expulsada.”

Las Hijas de ApoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora