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Leonela y Oliver

Ambos chicos subieron a la zona de combate. Se miraron con pena, con una cara de lastima profunda sabiendo que esto no sería fácil.

Oliver no podía despegar la mirada de la pelinegra, se veía inexpresiva algo muy inusual y no era para menos. Leonela siempre tenía una sonrisa en el rostro, siempre irradiaba nostalgia y diversión mezclada con su madurez, algo que llamaba la atención del chico, se sentía bien al estar a su lado. Leonela era una chica maravillosa y para la pena de Oliver lo descubrió en el momento menos indicado.
Creyó que todo lo tenía fríamente calculado, sabía que por nada del mundo se doblegaría ante nadie, su odio y rencor podía más que cualquier cosa y no descansaría hasta hacerles pagar a todos.
Por eso aceptó sin dudar infiltrarse al sector A, con ayuda de Elena recabaron información sobre los doce prototipos perdidos de Arthur.

Poco a poco haría que todos desconfiaran del uno al otro, los pondría en contra del uno al otro hasta que se odiaran entre sí y fuera más fácil convencerlos del verdadero lado que estarían pero todo se fue a la basura en cuanto la conoció a ella. A esa chica que poco a poco comenzaba a meterse en su corazón, aquellos ojos que brillaban tal cual sol, esa sonrisa que podría deslumbrar a cualquiera, todo de ella era maravilloso para él; tanto que poco a poco logró enamorarse de Leonela; de una manera que era desconocida para él, de una manera que jamás había sentido con nadie, ni siquiera con Elena. Porque si, Leonela tenía razón a sus sospechas. Hubo algo entre él y esa pelirroja pero solo fue por diversión, solo quería pasar de unas buenas noches y eso había acabado en el momento que se infiltró al sector.
Desde entonces estaba más enfocado en sus objetivos, en sus planes de acabar con todos, en especial en acabar con Valeska; la odiaba con toda su vida, no sabía exactamente porque pero sus emociones eran verdaderas, la odiaba y tenía que exterminarla a como de lugar. Eso es lo que tenía siempre en la mente, por alguna razón no recuerda nada de su vida pasada, estaba seguro que no tenía familia, nadie quien se preocupara por él, Arthur siempre le recordaba que era indeseado, hasta de su propia familia evidentemente, pero el prefería mejor pensar que no tenía una familia porque que clase de padres abandonan a su hijo. Era mejor pensar de esa manera y para su suerte no los recordaba en lo absoluto pero aún así había veces en las que le gustaría recordarlos, saber quiénes eran esos miserables que lo abandonaron y preguntarles el por qué de sus acciones.

Siempre tenía en mente las palabras de Arthur, cada día se lo repetía. Él fue abandonado, ya no lo querían, era un estorbo para su familia y por eso merecía vivir en la calle, hasta que Arthur lo reclutó, él de alguna manera lo trató como un hijo, lo hizo hasta que lo sometió a la experimentación, desde ahí comenzaba a tratarlo como si fuera un animal, su conejillo de indias. Siempre fue eso para él, por eso todo sentimiento paterno hacia Arthur se desvaneció.
El odio ha sido el único sentimiento que ha presenciado desde que se unió a Arthur.

Por eso el amor que Leonela le dió lo conmovió tanto que ahora era lo único que quería sentir, solo quería sentirla a ella y su cariño sincero, era la única y primera persona que comenzó a amar. De la única que estaba seguro que ama. Por eso se sentía miserable ahora, estaba arrepentido de todo. Lo había perdido todo.

En cambio Leonela estaba destrozada por dentro, se sentía humillada ante él. Creía que la amaba, que su amor era sincero pero nada fue real, jamás lo fue.

- posición - la voz de Elena se escuchó por todo el gimnasio.

Leonela sacudió levemente su cabeza ahuyentando sus pensamientos, su mirada cambio a una completamente seria y se posicionó para atacar.

- Leonela yo... - la voz de Oliver se hizo escuchar ante ella, la mirada del chico demostraba pena y parecía totalmente arrepentido

Todo de tí es tan falso

»⟨LOS PROTEGIDOS⟩« zodiacal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora