jueves
- voy a ir a tu casa - le avisé caminando hacia el. sonrió mientras tenía su mirada fija a la raqueta -. en verdad me gustaría mejorar - agregué, asintió -, ¿tu sí puedes, cierto? - volvió a asentir -, es que no quiero sentirme como sí me estuviera auto-invitando porque eso sería realmente irritante, así que sí tu no puedes, o te sientes obligado tienes el derecho de hablar y decirme "no, Samantha, no quiero enseñarte tenis porque hablas demasiado y haces que me duela la cabeza" . o tal vez también podrías decirme "¿qué no ves que el viernes, sábado y domingo son los únicos días que tengo el privilegio de librarme de tu voz chillona?" aunque también podrías decirme que te causo una migraña tremenda y... - Sawyer negó.
- quiero enseñarte tenis, Samantha - susurró y yo guardé silencio -, y tu voz no me molesta - sonreí.