martes
- enséñame como le pegas a la pelota - pedí y el frunció el ceño -, es decir, yo no juego muy bien, tu sí, quiero aprender - expliqué. asintió y me pasó una pelota. se alejó unos pasos y acomodó su raqueta como sí estuviera esperando -. ¿te la lanzo? - pregunté y asintió.
le lancé la pelota y el le pegó de revés, pasándola al otro lado de la red. sonreí. era muy bueno.
- eres muy bueno - dije y el se quedó en silencio por un rato.
- si quieres podría enseñarte en la tarde - ofreció y yo lo miré ilusionada -. hay una cancha de tenis en donde vivo, puedes venir sí quieres - susurró.
-¿¡en serio?! - grité y el asintió -. ¿dónde vives? ¿qué días? - pregunté rápidamente.
- viernes, sábado o domingo - susurró, los días que no nos veíamos -vivo un poco lejos pero creo que puedes llegar - dijo y yo sonreí.