Si las prendas se rasgan remiéndalas, si la vajilla se rompe únelas con oro, si la ventana se agrieta remplázala... si tu cuerpo, tu mente y tu alma se dañan... ¿Qué hacer?
Kardia
- Deberías dejar de fumar- dice el anciano Kresk mientras escribe algo en su libreta no le miro mientras escupo la siguiente bocanada de humo- no necesitas que tus pulmones también fallen
No me importa realmente si mis pulmones fallan, no es como si esperara vivir tantos años como el hombre a mi lado, el olor del café se mescla con el sofocante aroma de mis cigarrillos, el día es gris y la iluminación dentro es de un color amarillento el rasgar de la pluma en el papel apaga la llovizna de afuera.
- ¿Cómo esta Manigoldo?
- Lo mismo de siempre, deberías ir a trabajar de vez en cuando, Sage no será tan considerado siempre
- ¿considerado? No soy yo el que arriesga la vida cuando tengo que trabajar- no me importaba morir, podría hacerlo de muchas formas: por un enfisema pulmonar, por una bala o solo esperando en el sillón de la sala- además...el trabajo es aburrido
Kresk suspiro cerrando sus cuadernos y mirándome con sus profundos orbes que parecían calar en mi alma, me quito el cigarrillo de los labios casi de un manotazo y sonrió de forma suave como todo padre con sus hijos.
- Haciendo esto... nunca te darán lo que quieres, si sobrevives tienes una pequeña posibilidad- apago el cigarrillo en el cenicero levantándose lentamente, ninguno de nosotros tendría lo que tanto deseaba. Entonces qué sentido tendría sermonearnos constantemente como si pudiéramos cambiar algo con nuestras desastrosas ideas sobre cómo obtener la felicidad, ambos lo sabíamos por lo que solo decíamos: deja de fumar o deja de esperar simultáneamente, ambas cosas nos mataban lentamente, pero mientras que yo me abandonaba a los brazos de la muerte él se aferraba con fuerza a un espino de nombre esperanza.
Escuche como se marchaba y busque entre mis ropas otro cigarrillo, pero la cajetilla estaba vacía y el café frio. Ya no tenía dinero ahorrado por lo que mañana no tendría de otra más que ir a trabajar, gruñí por lo bajo maldiciendo al anciano que me había quitado mi último cigarrillo antes de alejarme de esa pequeña oficina.
Al día siguiente camine hasta la mansión de los Cancer, irónico nombre tomando en cuenta la enfermedad con la que me amenazaba diariamente Kresk al verme fumar, hacia frio, pero no llovería hasta más tarde, pasaban pocos autos que solo podrían pertenecer a los alfas, todos los betas y yo viajábamos o en tren o a pie, como un montoncillo de vacas rumiando de un lado a otro, odiaba que accidentalmente alguno de esos ganados rozara su cuerpo contra el mío. Pero no tenía ingresos para mantener un auto, solo usaba el de la compañía cuando era necesario, bostece en espera de que me abrieran el enorme portón de metal mientras jugaba con mis dedos dentro de la chaqueta, necesitaba nicotina, pero tendría que esperar a que me pagaran. Yato fue el que me recibió, llevándome hasta la sala de reuniones donde estaba Sage y Manigoldo que parecía molesto, me reí un poco arrojándome al sillón más cercano.
- Yato... tráeme un Whisky
- ¿tan temprano?
- ¿he? Un beta como tú no debería reclamarme nada- el volteo los ojos fastidiado antes de salir por la puerta dejando un eco sordo detrás de él.
- Justo al hombre que estaba buscando- dijo Manigoldo con una sonrisa en los labios, ofreciéndome un cigarro que acepte dichoso- me alegra no haber tenido que llamar por ti
- ¿y bien? ¿de qué se trata?
- Necesito que asesines a alguien
Sage no dijo nada y yo imite el gesto de Manigoldo, sonriendo hasta que mis mejillas dolieron eso era interesante, romper las reglas sirviendo como transportista era aburrido pero un asesinato era una cosa realmente emocionante.
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Proyecto Ilitía
FanfictionHace 30 años la tasa de natalidad decayó considerablemente, mermando la población mundial en un 65% en pocos años, ante aquella terrible catástrofe un importante medico de nombre Odysseus Ophiuchus logro modificar genéticamente a humanos para aument...