Monstruo

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Sísifo

- Eres tan terco- le reclamo al inerte hombre del sillón mientras tomaba el embace vacío de la cabecera de la cama, seguramente las habría botado de nuevo por el escusado- no podemos seguir así... tal vez Ilias pronto decida venir a visitarte y...

La idea de que se le prohibiera verlo le dejaba sin aliento, él estaba haciéndolo tan bien como le era posible aun que aquello fuera tan desgastante sería mucho más fácil con un omega común y corriente, con sus sonrisas tontas y ojos de cachorro pero temía que aquellos rasgos los heredara su progenie no necesitaba un individuo más para ese mundo, quería cambiar las cosas mejorar el sistema que permitió que su padre engendrara con cuatro omegas diferentes y lo condenara de ese modo, a él, Gestalt, Aioros e incluso al hermano menor de este, a la servidumbre de Ilias quien fue el único en nacer en la unión original. No podía permitir que aquello pasara de nuevo, que alfas tengan que agachar la cabeza, que los omegas se tengan que prostituir la idea de tener medios hermanos beta le hacía sentir sucio.

Arrojo el frasco con fuerza a la pared escuchando el golpe seco del plástico estrellándose contra los ladrillos, sentía como el corazón le palpitaba dolorosamente en las sienes y su cuerpo se sentía tenso por aquellos recuerdos de miradas recelosas y comentarios despectivos. Ninguno de sus hijos tendría que pasar por aquello, seguramente heredarían el espíritu de sus padres, podrían algún día construir un lugar mejor para vivir que ese sistema de castas obsoleto y asfixiante. inhalo con lentitud para calmarse y un aroma suave a viñedos le lleno la nariz, pensó en el vino sobre la mesa que de no tener aquel narcótico se hubiese bebido en ese preciso momento. exhalo mientras pensaba en pedir que le llevaran una botella a su habitación, por lo menos en sus aposentos podría pasar más tiempo con el sin la amenazante figura del dueño de su vida.

Cuando finalmente se giró para verle sintió como si algo lo hubiese golpeado en la boca del estómago, sus ojos azules fijos en la figura de su omega que respiraba con dificultad mientras se retorcía un poco sobre los cojines de aquel sillón. Corrió temiendo que la droga le hubiese provocado aquel efecto adverso al pelinegro.

- El Cid... El Cid ¿me escuchas? - su voz estaba afectada por la desesperación, busco las afiladas manos de su "amante" que se ponían rígidas ante su tacto apretándole los dedos como una garra, estaría teniendo un ataque por su culpa el corazón se le encogió en el pecho ante la posibilidad de perderle para siempre- El Cid, por favor... El Cid despierta

La boca entre abierta del omega se abría soltando un jadeo mudo que se asemejaba a un sollozo mientras la habitación se llenaba de un aroma a uvas fermentadas y tierra húmeda, el pánico casi le hace pasar por alto las señales por suerte el instinto es poderoso diciéndole que este era el momento en que su relación con el más joven cambiaria para bien.

Se soltó del agarre de acero de su amante para poder llevarlo a la cama, no lo había cargado desde el día en que se habían conocido con aquel hermoso traje hecho a medida para complacerle, había bajado más de peso y debajo de la ropa se notaba la esbelta figura de un perfecto amante. Le coloco con cuidado en la cama, aun temblaba por la fiebre como si adivinara lo que pasaría y temiera como una doncella en su noche de bodas, aunque El Cid seguramente tenía una idea clara de las artes amatorias su personalidad seguramente lo haría tímido en esas cuestiones. Paso los dedos por sus mejillas temblorosas deslizando su tacto hasta el cuello de la camisa notando el estremecimiento de tocar una zona tan sensible de los omegas, alguna vez había escuchado que si dejaba una marca ahí el omega solo podría estar con él para toda la vida y por ello estaba estrictamente prohibido y no se explicaba nunca, como si fuese un tabú, que era eso de poner una marca.

El ultimo botón fue removido y Sísifo pudo admirar aquel cuerpo semidesnudo a su placer, oh sin duda la IA tenía razón al escogerlo como su pareja, que hermosa descendencia tendría junto a el: niños altos, elegantes e inteligentes. No podía esperar a conocerlos, sus manos se deshicieron de los pantalones de chándal que usaba el omega notando como el cuerpo inerte reaccionaba a sus roces descuidados se colocó entre sus piernas.

Le acercó al borde abriendo sus glúteos con impaciencia y frotándose contra la entrada lubricada de su presa, empujando su pene con lentitud en su estrecho canal mirando el rostro convulso del pelinegro, cuanto habría luchado si estuviera despierto la idea de aquel omega luchando fieramente por su integridad le excitaba, sus dedos delgados tratando de arañarle su ojos de acero furiosos y los dientes apretados, empujo hasta la empuñadura su falo en la entrada y el calor que le rodeo le dejo sin aliento.

Sus ojos se fijaron en el rostro sonrojado y en aquella solitaria lagrima que salía de uno de sus ojos cerrados las otras habrían quedado atrapadas en sus oscuras pestañas como roció de noche. cerro los dedos alrededor de su cadera sintiendo los huesos del coxis del menor y empezó a balancearse primero con lentitud y luego con idílico desenfreno hasta que su miembro comenzó a hincharse anudando a la par que el esperma era escupido dentro del útero maduro del estático hombre de la cama.

...

El nudo tardo unas horas en deshacerse, por suerte el narcótico seguía fluyendo por las venas del amante, Sísifo no podía permitirse tener otra ronda en aquel estado por mucho que anhelara hundirse en la aromática carne, le cubrió con una bata de baño y envolvió el cálido cuerpo en las mantas de la cama, así con el omega en brazos salió de aquella habitación para llevarlo a su nuevo hogar, siempre habría más tiempo para disfrutar de su compañía en su propio piso.

El Cid

La luz que iluminaba la instancia en la que se encontraba era de un extraño color naranja, lanzaba largas sombras en aquellos objetos a su paso y El Cid adivino que era el atardecer. La cabeza le palpitaba fuertemente se sentía como un martillo golpeando sus sienes constantemente, le costaba demasiado enfocar la vista en algún objeto por muy cerca que se encontrara de él, tampoco podía incorporarse sus extremidades se sentían demasiado pesadas como para hacer cualquier movimiento, incluso el levantar la cabeza suponía un gran esfuerzo, cerró los ojos mientras dejaba salir el aire por la boca entre abierta y se concentró en su cuerpo entumecido. Noto que estaba recostado en una cama, aquel bastardo le habría movido mientras estaba inconsciente, sus brazos estaban extendidos a su costado como si estuviera crucificado de algún modo a la cama, su abdomen le dolía ligeramente como si hubiera recibido algún golpe y sus piernas estaban colgando fuera de la cama abiertas y el adivino muy rápido las razones.

El Cid, creía tener estomago para todo, se creía capaz de cometer cualquier acto ruin incluso podría ser sometido a alguna clase de tortura sin romperse, pero la idea o mejor dicho la certeza de los actos hacia él le revolvió el estómago y por primera vez en su vida un sollozo escapo de sus labios.



El plan era hacer este capitulo mas largo, pero siento que es algo muy fuerte como para cambiar de tema o meter mas palabras de las necesarias.
No se preocupen El Cid tendrá justicia...






tal vez
algún día.

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⏰ Última actualización: May 20, 2023 ⏰

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