Sangre de mi sangre

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Cuando la primavera estaba en su cúspide lo tuve, mi primer bebe con los cabellos del mismo color que el cielo sobre mi cabeza, pequeño y pálido como la nieve de invierno y cubierto de sangre aun mientras suspiraba cansado con una sonrisa aliviada, llegar a este punto había sido un martirio el parto había durado casi 12 horas me había negado rotundamente a tocar ese timbre que me habían dado para este caso, me arriesgaba a perderlo a perderme a mí mismo en el intento pero no quería compartir este procesos con nadie más. Todo había iniciado recién caída la noche, el reloj en la pared con su gran péndulo dorado señalaba las 10 de la noche cuando empezó a dolerme el cuerpo, el sangrado habría empezado a las 12 de la noche y a las 2 de la mañana me arrastraba al diminuto cuarto de baño forzando a mis piernas a moverse centímetro a centímetro con desesperación hasta la tina de color blanco, meterme a esta fue un completo martirio me sujetaba el hinchado vientre con las manos prefería mil veces romperme una muñeca que arriesgarme a golpear mi vientre, me habría tomado media hora ingresar a la bañera que posteriormente llene de 20 centímetros de agua y espere. Espere hasta las 3 de la mañana con dolores peores que los de un celo, estaba seguro de que me desgarraba de adentro hacia afuera temía pujar y romperme al momento. Apreté los puños contra los bordes lisos de la bañera cuando no podía evitarlo más empecé a pujar durante mucho tiempo, no sabía cuánto había pasado cuando finalmente sentí algo emerger dolorosamente de mí, seguí con esa faena hasta que la cabeza salió tome con cuidado los hombros sintiendo un dolor intenso en mi entrada y luego... lentamente lo saque hasta que lo escuche llorar y el agua se tiño de rojo, una sonrisa se formó en mi rostro mientras le miraba dar manotazos al aire asustado.

- Eres perfecto

Dije besando su cabeza con dulzura, tirando esa agua por el desagüe para bañarnos juntos, a medida que la suciedad se iba pude ver el hermoso cuerpo de aquel cuyo llanto se había detenido, que hermoso y perfecto era. Unos mechoncitos coronaban su cabeza y sus mejillas regordetas me hacían sonreír como nunca nada lo hizo, no tengo palabras para describir como mi corazón se hinchaba de felicidad, lo puse contra mi pecho y lo mecí lentamente aun con su cordón umbilical uniéndonos. Bese su frente y sus mejillas, él se removió en mis brazos haciéndome olvidar el dolor por completo.

- Te llamaras Albafica- era un nombre perfecto sus cabellos celestes y su piel de porcelana suave me recordaban a las flores, una hermosa flor blanca, él bebe en mis brazos bostezo contra mi pecho y solté una risa. De pronto la cabaña se llenaba de algo, me parecía más luminosa y cómoda que en un inicio, no solo la cabaña mi vida misma se volvía tan vibrante como las flores en primavera, toque sus labios y el los abrió chupando el dedo que le había pasado sobre estos- ¿tienes hambre?

No hubo respuesta, pero me quité el abrigo empapado y me dispuse a alimentarlo, mirando el foco y pensando que por lo menos podía estar seguro de algo, la institución donde crecí y me crie por lo menos no había mentido con respecto a la dicha que significaba tener un hijo. Algo que tendría una conexión especial contigo hasta el final de sus días, algo que habría cuidado durante nueve meses en su vientre: hablándole, tocándole y de saber alguna canción seguramente le hubiera cantado sin dudarlo demasiado. Le miro comer y sentía que todo su ser se ponía a temblar de emoción, era un pequeño angelito que no se cansaría de admirar.

Sin embargo, mis ojos me pesaban como piedras, el dolor sucumbía ante un adormecimiento que se extendía desde los dedos de mis pies hasta la coronilla de mi cabeza, e acomodo en la regadera usando la bata como manta y mi brazo como almohada, me acostó en la superficie tibia procurando que él estuviera cómodo y dormí, en ese estrecho lugar con las piernas recogidas sintiendo como la porcelana hería un poco mi piel con su superficie que sin duda no estaba hecha para lo que yo le daba uso. Ojalá, me digo ahora, no me viera quedado dormido si tan solo viera podido arrastrarme hasta la puerta de madera y esperar a que la mujer del desayuno llegara para salir corriendo de ahí con Albafica en brazos hacia el mundo exterior. Un chorro de agua helada cayó sobre mi arrebatándome de las apacibles manos del mundo de los sueños, recuerdo esa sensación de sentir como si me ahogara solo para darme cuenta que me habían vertido agua sobre la cabeza, palpe mi lado y no lo encontré ahí.

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