Parte 1: Érase una vez

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Mi padre es rico. Amasó toda su fortuna llevando a la gente de un lado para otro. Nadie en la familia, que yo sepa, había logrado llegar tan alto como él. Empezó desde cero, trabajando de jardinero, de limpiabotas, de cualquier cosa que pudiera darle de comer a él y a su familia. Tuvo que dejar de estudiar demasiado pronto, la pobreza y el desorden de la Postguerra ayudó a que así fuese. Aún así y a pesar de que su futuro entonces era un futuro condenado a trabajar duro para apenas tener algo que comer, mi padre logró ahorrar lo suficiente como para montar un pequeño negocio que pronto se convertiría en una mina de oro. Con mucho esfuerzo logró sacar adelante su negocio de transportes. Ahora el suyo era uno de los más importantes de la ciudad.

Aunque yo diría que su ambición por ser algo más creció a partir de que conoció a mi madre. Amor a primera vista, eso es lo que siempre dicen ellos que fue. Aunque soy muy escéptica con esas historias de amor, debo reconocer que lo que hay entre mi padre y mi madre es absoluta adoración.

Cuando se conocieron, ninguno de los dos tenía nada que ofrecer. El valor y coraje de mi madre fue definitivo para mi padre. Ella trabajó duro sirviendo en las ca  sas de los más pudientes, ahorrando hasta la última moneda, poniendo todas sus esperanzas en su marido.

Y lo lograron.

Volvamos a mi padre, por quien siento una debilidad desmesurada. No me entendáis mal, yo quiero mucho a mi madre, pero ella, aunque se esfuerza, es incapaz de comprender nada de lo que a mí se refiere. En cambio mi padre, él siempre parece saber lo que pasa por mi desordenada cabeza. Su sonrisa es capaz de iluminar el día más triste de mi existencia. Mi encandilamiento por mi padre va más allá de lo explicable. Siempre con aquella sonrisa en los labios aunque las cosas no fueran del todo bien, siempre con una palabra amable, con una caricia dispuesta.

Recuerdo que de pequeña, cada vez que oía el inconfundible sonido de sus pasos cuando regresaba tras una dura jornada de trabajo, sentía la imperiosa necesidad de correr por toda la casa feliz. Su sola presencia era lo único capaz de llenar el

hogar familiar. Ahora lo veo todo diferente, quizás bajo la intuición de quien se cree completamente adulta, dejando atrás los adustos pero felices años de mi infancia.

Él era el mayor de seis hermanos, de padre irlandés y madre española. Mi abuelo  Kurt Jauregui emigró desde su Irlanda natal a España antes de que estallara la Guerra Civil. Se casó y asentó en este país, y cuando estalló la guerra, se decidió por el bando que menos fortuna tendría en esta maldita guerra.

Desapareció.

Mi abuela no volvió a saber de él. Se quedó sola, a cargo de seis hijos. Fue entonces cuando mi padre, a la edad de trece años, comenzó a ganarse la vida. El hambre y la miseria fueron constantes en su vida incluso muchos años después. Por eso ha aprendido a apreciar las cosas, por muy pequeñas que éstas sean.

¿Os he dicho que soy la menor de cinco hermanos? Supongo que es hora de que deje atrás los años pasados y me acerque un poco al presente. Mis progenitores venían ambos de familia numerosa, por lo que decidieron que ellos tendrían una también. Y lo consiguieron, tuvieron cinco retoños sanos y fuertes.

En casa pocas cosas habían cambiado, salvo las que el tiempo inevitablemente obliga a permutar. Mis tres hermanos mayores ya se habían casado y dos de ellos incluso habían procreado, con lo cual, la casa familiar se había llenado nuevamente de gritos y voces de demanda. Me encantaba ver a mi padre sonreír y jugar con sus recién estrenados nietos. A veces, él mismo parecía uno más de ellos y no su abuelo.

Me daba cuenta de que mis observaciones eran minuciosas, ávidas. Puesto que ahora cursaba mis estudios en la universidad, primer año de medicina para ser exactos, pasaba mucho tiempo alejada de mi hogar. Mi padre se había empeñado en que estudiara en la universidad de medicina más prestigiosa que pudo encontrar, sin importarle que eso significara alejarme demasiado de la vida que conocía y que tanto echaría de menos en los años siguientes.

Mi bella Camila; camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora