|Rota|

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—¿Cómo?—¿ Qué tenían que ver ellos en esto? ¿ Y como sabe Sukuna quienes son ellos?.

—Recuerdas cuando Gojo te mandó a por su coche? — asentí mientras le tapaba con mi chaqueta las heridas para que no perdiera más sangre.

—Pretendían atraparte o matarte, pero Gojo al ver que le dijiste lo de la cita decidió cancelarlo o simplemente posponerlo— cada vez entendía menos de lo que estaba pasando.

—¿Pero por qué nos buscan? ¿Y porque Gojo ha hecho esto? El fue quien decidió que sería mejor que te quedaras en el cuerpo de Itadori. — tenía un nudo en la garganta, me sentía sucia y traicionada.

—Narumi si haces creer a Gojo que le quieres no te harán nada eso te lo aseguro— volvieron a caer lágrimas por mis mejillas.

¿En qué me he convertido? La Narumi de antes no habría permitido que pasara esto y ni por asomo se habría acostado con Gojo. Tengo que... Tengo que volver a ser yo. Tengo que volver a ser lo que mi padre quería que fuera.

—Narumi...? — Sukuna me miraba sorprendido, era consciente de que habían aparecido.

Simplemente guardé silencio y seguí esperando a que llegaran. Para mi suerte no tardaron en llegar Megumi y Ieiri en un coche negro con los cristales tintados.

Ieiri bajó del coche y vino corriendo hacia nosotros, pero soltó un grito al verme.

—Narumi que se supone que haces? — la cara de Ieiri reflejaba miedo y tristeza.

—Que son esas marcas Narumi? — Megumi me miraba atónito.

—Ayudadme a levantar a Sukuna, no es momento para hablar de mí— mi tono había vuelto a ser como lo era hace mucho, frío y distante.

Ieiri decidió actuar rápidamente y llevar con ayuda de Megumi a Sukuna dentro del coche. Para tumbarlo en los asientos de atrás.

—Narumi sube inmediatamente al coche— Negué con la cabeza, Ieiri estaba realmente enfadada.

—¡He dicho que subas!— iba a cogerme de la camiseta, pero agarré su mano en el trayecto.

—N-narumi? Vas en serio? — vi como los ojos de Ieiri se cristalizaron.

—Ieiri cura a Sukuna, es lo único importante ahora— dentro de mí sentía una sensación que hacia mucho que no sentía, pero no sabría describirla.

Ieiri subió rápidamente al coche y partió probablemente hacia la enfermería de la escuela.

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Ieiri

Después de unas 6 horas, terminé de curar a Sukuna, definitivamente si no fuera quien era, habría muerto.

Corrí a por mi teléfono tan pronto como terminé bajo la atenta mirada de Fushiguro y sorprendentemente la de Sukuna el cual había despertado demasiado rápido.

Marqué el número de Narumi y la llamé.

Llamada.

—¡Narumi!— grité al darme cuenta de que había descolgado.

—Dime Ieiri — odiaba ese tono de ella, hacía que volvieran todos esos recuerdos que para algunos, incluida yo, eran pesadillas.

—Vuelve por favor, te lo suplico— caí de rodillas al suelo.

—No— rápidamente se creó un nudo en mi garganta.

—¡¿Por qué tienes esas malditas marcas de nuevo?! ¡No sabes lo mucho que nos costó a todos que volvieras a ser la misma después de aquello!— Megumi me puso una mano en la espalda en forma de apoyo, estaba histérica.

Imposible |Ryomen Sukuna × (T/N)|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora