Antología Navideña Poética

Durante el conteo regresivo...

Durante el conteo regresivo a media noche, mientras me atragantaba con las uvas y sostenía el champán, pedí mi último deseo del año.

Se aproxima la despedida del nuevo año

y esta media noche espero,

encontrar las palabras justas en la hora precisa.

Cuando el año nuevo abrace al viejo

y se lo lleve,

cuando sea el instante de hacer balance

y se cierre la frontera entre el treinta y uno de diciembre

y el uno de enero,

cuando solo sea un territorio simbólico que ofrezca

una oportunidad real de comenzar desde cero

y que la ilusión me dicte que se presentará cambiante,

pudiendo variar el curso de mi vida,

tomaré mi copa en alza

y beberé esperanza por champán.

Atacaré con uvas mi boca. Hasta atragantarla,

pidiendo mi último deseo:

que no se tornen insulsas a fin de año

las promesas que se vuelven epidemias

y saltan entusiasmadas por redes y tarjetas,

que en esta fecha especial,

la declaración de que todo puede cambiar

no se nuble en pensar que no es así,

que todo solo es una mentira.

Será mi último deseo en el año

para aquel que no se explica

qué tienen de especial estas fechas:

se dejen llevar por el entusiasmo

de ser como un niño en el inicio

del día del nuevo año

y que decida que lo que más necesita

es vivir el instante, el aquí y ahora,

para que no se cumpla lo escrito

por Idea Vilariño:

"Alguno de estos días

se acabarán las bromas y todo eso

esa farsa

esa juguetería

las marionetas sucias

los payasos

habrán sido la vida".

Que el conteo regresivo de las doce campanadas

sea la llamada urgente

a mantener la ilusión pese a todo

y a avivar la llama de los sueños

en un "no te rindas",

que se reciba el uno de enero,

como una pequeña puerta a la esperanza

y que sea como un tronco

del que solo le saben nacer

hojas verdes.