VIII: La Torre

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La noche del jueves en la biblioteca es bastante cansada. Ya que, para empezar, nada más llegar a su escritorio Pince me pide que recoloque una pila de libros más alta que yo por toda la biblioteca.

Supongo que debería halagarme que ya me considere "apta para tocar sus libros y ordenarlos sin supervisión"... Pero cuando luego me pide que también entregue unos tomos a Snape y Trelawney, que casualmente se encuentran en puntas opuestas del castillo, acabo cansadísima.

Por suerte para mí al volver ya solo quedan 30 minutos para que acabe mi turno a las 11. Pero mientras guardo el carro de libros en una sala accesoria de la biblioteca, Pince me sorprende apareciendo por un pasillo lateral.

—Señorita Ríos, la felicito... Finalmente parece haber logrado ampliar sus conocimientos de la biblioteca lo suficiente para resultar algo útil por aquí...— Dice mirándome desde debajo del ala de su sombrero como si me acabara de regalar un bonito cumplido. Da gusto saber que todo este mes me consideraba un ser inútil.

—Ehh... Gracias Madame Pince...

—Aún así hoy no ha terminado: hay una tarea que suelo confiar al final de cada tarde a cuatro de mis estudiantes predilectos, uno de cada casa... Consiste en que traigan de su sala común los libros prestados que los estudiantes han dejado allí olvidados y sin supervisión, para devolverlos con seguridad a la biblioteca.

—Pero no deberían devolverlos los propios alumnos que cogieron prestados los libros?

—Antes de mi llegada a Hogwarts esa era supuestamente tarea de los elfos domésticos y de los propios alumnos, como tú dices... Pero comprenderás que ninguno de los dos sabían cuidarlos como es debido, y por ello siempre había pérdidas y daños evitables...

—Hmmm...

—Desgraciadamente para las dos...— Continua Pince con una mezcla repentina de pena y disgusto.— ...esos alumnos están ahora mismo terminando una reunión especial del Club de la Biblioteca en el Gran Comedor, por lo que no podrán asistirme hoy... Así que ya he enviado a otro estudiante de confianza a las salas comunes subterráneas, y tú deberás subir a tu torre para recoger los que queden en las salas comunes de Gryffindor y Ravenclaw. Luego devolverás los libros a la biblioteca y habrás terminado tu turno. —Resuelve, como si se tardara 5 minutos en hacer todo eso.

Me quedo estupefacta mirándola y pensando en hasta dónde llega esta mujer por sus libros para arriesgarse a mezclar estudiantes y casas, y vulnerar los secretos y la seguridad de las salas comunes... Y yo que pensaba que ya había acabado por hoy...

Justo cuando se gira para irse barajo mis opciones y decido que, si es lo que espera de mí, qué mejor oportunidad para hacerle esta pregunta:

—Perdone Madame! Y cómo entraré en la sala común Ravenclaw? Se supone que solo conocen la forma de hacerlo sus propios estudiantes...

—Ah, sí! Casi lo olvidaba! Verás, hay una entrada oculta en todas las salas comunes...— Dice desapareciendo por un pasillo lateral.

La sigo de cerca para evitar perderla en la oscuridad hasta que llegamos a la sala de Cartografía. Allí coge un libro y lo abre por una página que muestra un mapa del ala oeste de la 7ª planta de Hogwarts: la Torre Ravenclaw.

—De acuerdo, Ríos... Has de saber que los pasadizos secretos para entrar a las salas comunes deben seguir siendo secretos. Así que aunque tienen "claves" para abrirse puntualmente, no deberás divulgar estos conocimientos por nada del mundo, ya que supondría un grave peligro para la seguridad de los estudiantes...— Murmura, mirándome de pronto con extrema desconfianza. Luego parece recordar que no tiene más opciones y retoma la explicación:

Enamorar a una RavenclawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora