III: La Sala Arcaica

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—...Esta sala es muy especial, porque es en la que están los tomos más antiguos de la Biblioteca de Hogwarts. Y justo por eso también es una sala restringida a la mayoría de estudiantes...— Dice la chica de ojos grises mientras pasea entre los estantes bañando los lomos de los libros con la luz de su varita.

—...Madame Pince solo deja entrar a aquellos que tienen el permiso de un profesor para revisar algún libro, y a quienes están en el Club de la Biblioteca y saben cómo cuidarlos...— Continúa, aunque me cuesta concentrarme en todo lo que cuenta mientras la sigo esquivando estanterías.

De pronto se para y ladea un poco la cabeza para decir, casi en un susurro —Tú sabes, no?

Espera en silencio mi respuesta, pero sinceramente yo nunca antes había mostrado el más mínimo interés por ningún libro, aparte de mis novelas de aventuras. Y mientras le doy vueltas a cómo se deben cuidar los libros antiguos ella se gira y dice:

—Bueno, por suerte para ti aún tengo una copia de una lista sobre Cuidados de los libros de la Sala Arcaica de las que damos a los nuevos integrantes del Club.
Son cosas básicas, como reducir siempre la luz para no dañar la tinta... O utilizar guantes o telas para no manchar las hojas...— Dice tratando de hacerme entender la importancia de esos detalles.

Así, volvemos a su mesa donde me entrega una lista escrita a mano con una caligrafía que podría ser expuesta.

—Esta es tu letra?— Digo impresionada sin poder evitarlo. Por un instante sonríe un poco, pero luego asiente restándole importancia y espera a que la guarde.

—Ríos, no?

—Sí...— Digo saboreando lo bonito que suena mi apellido en sus labios.

—Mira, aunque no te conozco mucho, es bastante evidente que no valoras apenas todo esto que nos rodea, ni su importancia en el mundo mágico... Porque por ejemplo... Cuántos años crees que tiene este libro?— Dice apuntando al tomo antiquísimo que estaba leyendo cuando yo llegué.

—Ehh... Pues no lo sé. Supongo que... 200?

—Tiene en torno a 800 años— Susurra, clavando en mí su mirada durante un instante.

Luego suelta un largo suspiro y, con porte decidido añade: —Lo siento, creo que ambas estamos perdiendo nuestro tiempo con estas explicaciones...

Y dicho esto me lanza una última mirada y murmura el encantamiento de Wingardium Leviosa para elevar el libro tras ella y desaparecer en la oscuridad del pasillo contiguo.

Me quedo sola junto a la mesa, con su lista en el bolsillo de la capa y una sensación amarga. Así que tomo asiento y la leo otra vez. Luego cierro los ojos y memorizo cada punto durante unos minutos.

Es cierto que nunca me hubiera interesado por este mundo de no ser por Dumbledore, pero si es lo que tendré que hacer durante un tiempo todas las tardes, por lo menos me aseguraré de hacerlo bien y con cuidado.

Miro mi reloj de bolsillo y compruebo que falta media hora para las 11; tiempo que dedico a pasear de nuevo por los pasillos de vuelta a la sala principal, pero esta vez esbozando un mapa detrás de la lista de la chica para empezar a orientarme mejor.

Quizá no sepa nada de libros y sus cuidados, pero la orientación sí se me da bastante bien. Así que me voy a esforzar en aprender la distribución de las salas desde el principio para poder ser de utilidad.

. . . . .

Algún tiempo después llego al escritorio de Madame Pince, donde esta me manda irme con un gesto de la mano. Así que recojo mis libros y subo a la sala común que ya está prácticamente vacía.

Enamorar a una RavenclawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora