La gaviota camina por la fuerza del viento,
que conduce el ícono de ave envalentonada,
por los caminos infinitos del azul del cielo
que gira ilimitado sobre el eje de su espíritu,
que atraviesa el cristal como espada perdida,
el cuerpo del éter blanco del sistema solar,
que recorre el universo al revés,
como barcos de papel paseando en el desierto,
mientras el espectro de los niños me observa
girar y girar alrededor del cuadrado,
de mi mente ajena al mundo real y lógico,
en el cual duermen las camelias ebrias de realidad
y las azucenas bailan
en la boca del aire que refresca mi cabeza,
mientras la gaviota avanza y avanza,
por el mar de madera que pronto genera
el inicio del puente que me lleva hacia la luz,
de las obscuridades que le prenden velas
al ajedrez que se encuentra sentado sobre la mesa,
del viejo pajar donde se perdió la aguja,
el inmenso astro que se malgasta
entre las naves que transitan el invierno de marte
en el espacio sideral de las ideas
que son como las ciruelas que crece en los manzanos
arriba de los edificios que caminan
por la triste ciudad de las fiestas,
donde se celebra la nada que se parece a un fantasma,
que se embriaga con el jugo de las plantas
que pierden la razón cuando las besa el agua.
¡El agua! sí! El agua que me bebo cuando pienso en ella,
en ella, que es la gran quimera que me queda,
que me queda... debajo de la silla donde se sienta lo imposible,
que le pide matrimonio a los sueños que fenecen,
colgados en el madero de la realidad
que sin piedad los asesina a las cuatro de la tarde,
un 29 de febrero del año que no me acuerdo.
La gaviota es novia del sol que bebe el fuego
en vasos de metal líquido como el vidrio.
La gaviota escribe un libro en su alma de gaviota,
que tiene pelos de gaviota detrás de las pestañas.
Y la gaviota es errante y vagabundea por naciones
perdidas y esclavas o enterradas en la sombra matemática
que envuelve el lenguaje de las comillas
que aplauden los dichos de mi boca,
boca, tan boca, que habla cosas y nada dice,
con estos versos de gaviota que se lanza por el túnel
de las luciérnagas que le rezan una oración a la vida.
La gaviota está loca, está lógica y loca
porque no es ni existe sino para ser el alma de un profeta,
el alma de un poeta.
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Interno
PoetryUna obra llena de poemas y reflexiones que nos hacen pensar diversos temas acerca de la vida. Este es el primer libro que pude publicar en físico por lo cual es muy especial para mí. No es mi mejor libro, pero sí el más querido.