IV

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Mientras estaba abajo, en el interior de una oficina en Alhelíes, siempre pensé que el mundo funcionaba de dos formas: te escondías de los Moliere o trabajabas con ellos.

Resulta que hay más opciones. Descubrirlas requiere que salgas de los refugios, que recorras las calles, te unas a cuadrillas de resistencia que luchan por la recuperación del planeta. Como obedecí a papá y jamás salí de Alhelíes, yo desconocía todo eso.

Había escuchado, sin embargo, esos sueños sobre la resistencia que se formaba. Nabor era un entusiasta de esas historias. Los primeros años se jactaba de su anterior trabajo de guardia en un banco, de las técnicas de defensa que conocía y de cómo haría de mí un buen soldado. Mamá jamás dejó que se me acercara ni siquiera cuando otras madres ofrecían a sus hijos como posibles guerreros insurrectos. Se había autoproclamado el exterminador de Molieres y juró, ante el poco gentío que reunió, que devolvería el planeta a sus verdaderos dueños. Murió tiempo después. Los adultos encontraron su cadáver balanceándose en el garaje. Algunos creyeron que los Moliere leyeron sus pensamientos y lo eliminaron. Mamá creía que la muerte de Nabor fue un acto humano.

Durante los primeros años, nadie sabía que pasaría con la población sobreviviente. Los muertos, muertos estaban y no había más que hacer. Los vivos, en cambio, creían que reunirse en grandes sitios podría salvarlos. Algunos se aglomeraron en centros comerciales o estadios. Pero la poca organización que tuvieron los llevó a pelear y matarse entre ellos mismos. Hubo quien culpó a los Moliere de interferir en su comportamiento. Casi siempre se culpaba a los visitantes.

A decir verdad y sin estar bajo la influencia de los Moliere, me atrevo a decir que han hecho más bien que mal. Es cierto que mataron a una gran cantidad de gente a su llegada y que tomaron el poder solo porque quisieron y podía, pero ¿no hemos hecho nosotros, los humanos, lo mismo en el pasado? Incluso nos lo hemos hecho a nosotros mismos, entre especies, solo porque no concordábamos con la ideología de otro país o porque deseábamos tomar sus recursos y nuestro ejército era más gran y tenía más bombas y más soldados. En ese aspecto, su táctica fue acertada. Lo que nos molesta, como humanidad, es que nos lo hicieron a nosotros. Nadie se ha tomado el tiempo de preguntarle a los animales y a las plantas cómo se han sentido tras la llegada Moliere. Si pudieran hablar, dirían que no han estado mejor en millones de años.

Y es que, aunque el cielo ha cambiado de color, las plantas siguen siendo verdes y grandes. Ellas son las que nos indican las estaciones. Porque ellas se mantienen vivas, se han adaptado y fortalecido. ¿Qué hemos hecho nosotros aparte de encerrarnos y aceptar nuestro rol de esclavos?

Supongo que hablo así por estar donde estoy, por saber lo que sé y ver lo que otros no pueden ver. Nyx dijo que era un premio, que éramos afortunados, que fuimos elegidos y especiales por conservar nuestros ojos y recuerdos. No creo que se haya sentido afortunado cuando tuvimos que arrancar los ojos de nuestros compañeros de escuadrón con nuestras propias manos y mucho menos cuando le atravesé el corazón. 

EL RASTREADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora