📍 Consecuencia 📍

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Soy alguien impulsivo y es mi mayor defecto. Lo admito.

La paciencia no es mi virtud y pagué las consecuencias.

Unos cuántos años atrás mientras gozaba de mis años mozos de juventud tuve el descaro de intentar hacer un trato con los dioses.

Los dioses son entidades poco confiables y manipuladoras que solo te utilizan para poder bajar al país del sol si ellos ya infringieron las normas de convivencia y se ganan el exilio, no deben abusar de su poder o manipular humanos.

Mi familia cuida a los peces misericordiosos porque son los encargados de proteger de alguna manera que desconozco las memorias y recuerdos de las personas de dicho país. Estos peces tienen memoria casi perfecta y pueden observar emociones y saber cosas de ti por nada más verte.

Todos ellos cuidan que ningún exiliado se haga pasar como un humano a través de tratos como obtener tu apariencia por cierto tiempo, incluso se alimentan de tu energía vital tratándose de quedar con la mitad de tu vida y si sale bien ellos darán una fortuna conveniente para ti, como si fuera un deseo, amor, riqueza, poder, siempre y cuando no sea nada que pase los límites humanos, es tentador.

No son seres especialmente amables la mayoría tiene una prepotencia mortal. Yo cometí el error de confiar de más.

Cierto dios, que ni siquiera quiero mencionar aprovecho mi avaricia porque me quise apoderar de un ser tan apolíneo como Akaashi.
Es una dicha por fin saber tu nombre.

De alguna manera consiguió lavar mi cerebro, endulzar mi oído y manipular mi humilde corazón. ¿Por qué vivir una vida tan larga sin felicidad asegurada?
Suena interesante poseer menos vida pero con las cosas que realmente deseas junto a ti. La seguridad de mis padres fue suficiente para asegurarse de que ningún dios, dragón o humano fuera a aprovecharse de las oportunidades que tenía de hacerse un trato con un dragón mestizo en la cadena de mando del reino del sol.

Soy monitoreado por mis padres, el reino dice que soy el dragón más ingenuo que ha existido en mi familia. Una desgracia, ruidoso, pedante, exagerado y muy impulsivo. En realidad duele que te señalen desde antes de nacer como alguien que llegaría a cambiar las tierras traería prosperidad al reino del sol y gobernaría como ningún otro para seguir llevando la paz al mundo y que el resultado sea yo. El reino muchas veces me juzgó.

Y mi fama se fue oscureciendo, marginado y sin amigos por miedo a que mi estupidez se pudiera pegar.

¿Puedes imaginar qué tan solo me sentí?, Akaashi, no quiero perderte está vez.

Mi soledad se hacía pesada, actuaba sonriente y risueño con mi familia y decaído en soledad, no quería preocuparos con actitudes cambiantes y menos parecer un tonto que se dejaba llevar por comentarios y chismes.

Este dios malicioso se acercó conmigo en una tarde cuando veía a Akaashi caminar al gran árbol drago. Endulzado de su simpatía y generosidad creyendo que no me juzgaba me hizo darle veinticinco años de mi vida a cambio de bajar una noche al país del sol y yo obtenía seguridad absoluta en convivir con akaashi.

Si él excedía los límites que mi cuerpo era capaz de soportar mi salud empezaría a decaer y moriría. Como era de esperarse él tomó mis años y excedió mis capacidades físicas haciéndome caer muy enfermo. Mi familia preocupada abuso del poder de los peces y lograron encontrar al dios enviándolo al exilio más allá de los fines del mundo. ¿Cuál fue mi castigo?

Simple si lo hablamos así, mi mente no tenía permitido ser avaricioso o posesivo con alguien o algo. Una ola de migrañas y punzadas en mi corazón comenzaría a apuntar mi muerte segura si no cambiaba de opinión o me deshacía de esos deseos posesivos.
Los peces misericordiosos fueron claros con su castigo y restricciones respecto a mí. Mi deber era evitar eso a toda costa, pero ahora, considero que debería ser más fácil de llevar porque ya te conozco, Akaashi.

Intervención Divina • BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora