Secuelas de no suprimir los sentimientos

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Al despertar notó cómo delgados rayos de sol se asomaban desde las cortinas recorridas de su ventana y se preguntó qué hora era, pero aún no se quitaba completamente la pereza de haber estado durmiendo por lo que no se molestó en enderezarse a ver su reloj o buscar su celular, sin embargo no tardó mucho tiempo en escuchar la puerta abrirse seguida de una voz entre molesta y resignada.

-Ah, tenía que ser su hijo- exclamó Alfred entrando en el cuarto y recorriendo rápidamente las cortinas para dejar la iluminación entrar a la recámara antes de ponerse a un lado de la cama de Dick con ambos brazos en la cintura- señorito Richard, ¿no podía haberse puesto la pijama antes de dormir? ¿o ya tan si quiera haberse quitado los zapatos para no ensuciar la colcha?- preguntó con disgusto.

Dick fue a penas consciente entonces de que seguía vestido con el traje de gala que había usado la noche anterior, ya que después de haberse quedado durante unos minutos llorando recargado en la puerta se había sentido muy cansado, teniendo suerte incluso de haber tenido suficiente energía y conciencia para llegar a la cama, así que sin pensar en nada más había caído en el sueño en cuanto su cabeza hizo contacto con la almohada.

-Mmm, disculpa Alfi, anoche me quedé dormido y no me di cuenta- dijo enderezándose sólo un poco.

-Sí, la misma excusa que el señor- dijo Alfred, ya que hacía sólo unos minutos que había ido a despertar a Bruce lo había encontrado de igual manera ensuciando la colcha son la suela de los zapatos por no haberse cambiado- bueno, es hora de levantarse y ya que estuvo tanto tiempo con esa ropa le sugiero también tomar una ducha rápida antes del desayuno, joven señor- añadió.

-Sí Alfred, como digas- respondió Dick sin mucha energía sentándose en la cama para estirar los brazos y bostezar, lo cual sólo permitió a Alfred distinguir suciedad en su saco.

-¿Es que ayer se cayó o estuvo jugando a arrastrarse en el suelo?- preguntó sacudiendo el pecho de Dick con su mano enguantada.

Dick recordó entonces el momento en que la mitad de su cuerpo quedó fuera del auto de Oliver, justo contra el piso de la carretera, aunque claro que no era algo que quisiera decirle a Alfred, aunque tenía el presentimiento de que Bruce terminaría contándoselo todo, en serio, aunque había llegado a haber algunas veces en que su mentor había estado dispuesto a encubrir una pequeña travesura del desagrado del mayordomo éste siempre terminaba enterándose de alguna forma u otra, llegaba a sospechar que tenía habilidades detectivezcas más que él y Bruce juntos.

-Bueno, sí, algo así de hecho, jeje- respondió riendo nerviosamente.

Alfred lo miró levantando una ceja pero no dijo nada.

-Mmm... apresúrese con esa ducha, el desayuno aguarda- le ordenó dirigiéndose ya a la salida de la habitación.

Cuando se fue Dick suspiró aliviado y después escogió su ropa para ese día, unos pantalones azules y una playera negra y entró al baño.

Comenzó a desvestirse y cuando bajó sus pantalones y ropa interior comprobó con vergüenza si habían quedado marcas del castigo que había recibido ayer pero ya estaba todo borrado por fortuna, aunque ahora que lo pensaba de haber sido lo contrario desde la noche anterior le habría sido imposible haber estado sentado en el suelo tantos minutos, aunque ciertamente era consciente de una cosa y era que Bruce no le había dado un castigo serio aún, a pesar de que eso no llegaba a ser una pequeña advertencia de dos o tres palmadas solamente, sabía que se había detenido rápido, ni siquiera le había bajado la ropa o hecho llorar demasiado, porque sí, aunque odiara admitirlo solía terminar llorando en ese tipo de castigos pero en esa ocasión no había llegado a tanto, era sólo el ultimátum definitivo antes de que decidiera tomarse las cosas más en serio y ser en verdad severo.

Justicia Joven. Los Pájaros y el Murciélago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora