Agente Reyes

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-No me lo puedo creer. Esta no era mi intención en absoluto...

-No, no lo era, pero así ha acabado la historia. Escuche, lamento lo que le he dicho antes. Estoy nervioso y asustado. No creo que sea todo su culpa. Sé que este trabajo tiene sus riesgos. 

Me dejé caer en el suelo.

-Sí... Es complicado, ¿sabe? Decidir cuando es aceptable arriesgar a mis agentes y todas esas cosas. 

-Lo comprendo. Por cierto, no me he presentado. Me llamo José.

-Lulabell.

-Espero que Paco esté bien. 

-Yo también- suspiré.


Unas horas después se acercó un doctor.

-¿Son ustedes familiares de Paco Reyes? 

-Sí, soy su marido.

-Lamento comunicarle que debido a la pérdida de sangre y las múltiples contusiones y traumatismos no hemos sido capaces de reparar todo el daño interno que tenía. Le hemos puesto en soporte vital por si quieren despedirse, pero debo advertirles que su cerebro no se oxigenaba correctamente, por lo que no podemos hacer nada más por él.

-¿Y ya está? ¿Es todo lo que nos van a decir? ¿Que Paco se muere y no están haciendo nada por salvarle?- Le miré atónita.- ¿Es así, en un pasillo de hospital, como nos informan de esta tragedia?

-Bueno, señorita, resulta que soy una persona ocupada. Me preocupan más los vivos a los que puedo salvar que su familiar con muerte cerebral. Ahora, si quieren despedirse, bajen a la primera planta. 

-¿Ni siquiera va a acompañarnos?- Dije irritada.- Muy bien. Veremos que opina la gerencia del hospital de la reclamación que le voy a poner.

-Haga lo que quiera. Como le he dicho, tengo pacientes vivos a los que atender. 

Me quedé quieta, sin poder creerme lo que acababa de pasar.

-Vamos, Lulabell, no pierda usted su tiempo con ese ser miserable- le miré y vi que estaba llorando.

-Sí, vámonos.


La sala donde tenían al agente Reyes era fría. Deprimente. 

-Despídase usted primero, Lulabell. Preferiría ser el último en decirle algo.

-Por supuesto. 


Me acerqué a la camilla. Me arrodillé a su lado.

-Agente, tengo que agradecerle por todo lo que hizo por mí, por el cuerpo de policía y por Armando, que le manda saludos. Aunque ya lo sabrá. Gracias, agente. De veras que no le olvidaré- no me di cuenta de que estaba llorando hasta que las lágrimas me mojaron las manos. Le tomé una mano al cuerpo que yacía en ese cuarto helado. Estaba tibia.

-José, ya he acabado. Acérquese usted. 

Se sentó en una silla.

-Mi amor... Te voy a echar tanto de menos. Hemos vivido tanto juntos...

Me fijé en los monitores. Comencé a temblar.

-José, pare de hablar un momento.

-¿Qué? ¿Está usted loca? Quiero despedirme de mi marido.

-Calle, mire el monitor de la izquierda. Ese mide las ondas cerebrales de su esposo. Si tuviese muerte cerebral, la línea estaría totalmente plana. Mírela. Varía.

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