C a p í t u l o c u a t r o
3:00 p.m.
Pasaron varios minutos y el desconocido aún no abría los ojos. Adria había tratado de llamar a emergencias tantas veces que la verdad ya había perdido la cuenta al no conseguir tener señal. En ese momento se encontraba sobre el techo del auto, sin zapatos, sujetando el teléfono celular sobre su cabeza con una mano mientras que con la otra buscaba tener estabilidad y no caer.
—Vamos, vamos. Por favor. Te lo suplico.
Le decía al objeto como si la escuchara.
—Me rindo —exclamó derrotada, poniéndose de cuclillas para bajar despacio. Cuando estaba por bajar, uno de sus pies resbaló y como si de una resbaladilla se tratara, bajó sentada hasta terminar en la cajuela del coche con el trasero adolorido y empapado. Ya no llovía pero aún quedaba su rastro.
Sobándose la retaguardia, caminó hacia el cuerpo del chico que parecía muerto de nuevo, mas su pecho se elevaba confirmando que seguía inconsciente.
—Tal vez tengas una conmoción... Tal vez, por alguna extraña razón caminabas por aquí, caíste y te golpeaste la cabeza. Y después te volví a golpear yo... Lo bueno que posiblemente no recordaras eso, ¿eh?
El silencio le respondió la broma. Estúpido desconocido. Y estúpida ella por su abnegación. No podía dejarlo. Era peligroso moverlo estando inconsciente, pero si lo dejaba ahí de cualquier forma podría morir. Se quitó las calcetas mojadas y se puso los zapatos. Caminó hacia la puerta del copiloto y la abrió. Se posicionó con las piernas separadas a distancia de su cabeza y agachándose, tomó al chico por entre los brazos para tratar de levantarlo. Su complexión delgada resultó ser una coartada, pesaba tanto que casi le sale una hernia. Trató por segunda vez, por tercera y por cuarta hasta que en la quinta, una fuerza que no sabía que tenía hizo que lo levantara, aunque apenas unos cuantos centímetros del piso. Tomando aire y apretando el abdomen, lo único que pudo hacer fue llevarlo hasta el lado del copiloto... arrastrando. Deteniéndose a instantes para no dejarlo caer y así evitar otro golpe, por supuesto.
Una vez frente a la puerta del auto, se agachó de cuclillas aún sosteniéndolo de las axilas y tomando nuevamente aire, lo levantó un poco más hasta dejarlo caer sobre el asiento.Enderezó su espalda maldiciendo. Aún faltaba meter sus piernas.
—Más te vale vivir.
Su torso estaba de lado sobre el asiento mientras que sus piernas estaban de frente hacia la puerta; estaba torcido. Tomó una pierna y la dobló por la rodilla para meterla, después dobló la otra e hizo lo mismo. Quedó en forma casi fetal en el asiento, pero estaba dentro al fin. Cerró la puerta golpeándole el trasero.
—¡Perdón!
Con una mano en la espalda baja, adolorida caminó hasta el asiento del piloto. Encendió el motor y dando la vuelta, regresó por donde llegó dejando atrás su destino inicial.
Tanta incertidumbre disparándose en su cabeza parecía imposible, había decidido que podía quedarse sin saber el porqué de los hechos, pero ella conocía muy bien a dos personas que no aceptarían un "carpe diem" de su parte para salir ilesa como el tipo que tenía a un lado. Le dirigió la mirada más llena de desprecio.
—Deberías estar agradecido. De no ser por mis descabellados atrevimientos impulsivos, pudiste haberte quedado ahí tirado por quien sabe cuanto. Pudo haberte encontrado un loco que te hubiera pasado encima o peor aún, un indiferente que te hubiera pasado a un lado como si no hubiera visto nada. Al parecer yo soy el punto medio porque no hice niguna de las anteriores. Eso me convierte en tu héroe. Lo menos que podrías hacer es... Despertar.
ESTÁS LEYENDO
Encuéntrame
Teen FictionS i n o p s i s: Un caótico momento, queridos amigos. Y dos caóticas personas. Como tú y como yo Una chica. Dos autos. Tres chicos. Un par de cervezas. Un corazón roto con aliento a tequila. ¿Adivinas qué sigue después? Apuesto tu seguridad de que...